11. Sangre Fría (Parte 2)

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Salieron de la habitación procurando no hacer ruido, caminaron hacia las escaleras, cuando de repente, la puerta del baño comenzó a abrirse.

Un hombre empezó a salir,
Sam no esperó, corrió al baño y de una patada logró derrumbar al hombre en el piso del baño. Ya ahí lo comenzó a estrangular, aquel sujeto solo podía estirar sus brazos intentando herirlo, entonces estiró su mano y tomó un pedazo de madera del piso, levantó su mano y apuñaló la frente de Sam, le hizo una cortada, desde la ceja derecha, hasta la mejilla pasando por el ojo.

No pudo evitar gritar por el dolor, pero aun así siguió con el estrangulamiento, el hombre lentamente comenzaba a quedarse sin fuerzas, hasta que se detuvo.

—¡¿Qué mierda está pasando?! —exclamó otro Cráneo desde las escaleras. Mariana se giró, y el caníbal comenzó a sacar su arma.

Pero su intento de asesinato fue frustrado gracias a un disparo de la escopeta de Sam, un disparo bastó para que la cabeza del caníbal quedara regada en las paredes.

—¡Vámonos ya! —la tomó de la mano y a prisa bajaron hasta llegar a la puerta, pero antes de que siquiera pudieran abrirla un último sujeto apareció. Derrumbó a Sam, y en el suelo intentó apuñalarlo. La hoja del cuchillo se acercaba más y más al cuello de Sam.
Mariana observó la escopeta tirada en el suelo, la tomó con rapidez y le disparó.

El disparo lo recibió el hombro de aquel caníbal. Su sangre lo bañó casi por completo. Sam se levantó mientras el caníbal agonizaba, se acercó a la puerta, ya estaban a punto de salir, cuando unas horrendas carcajadas los hicieron mirar nuevamente atrás.

—El Destripador ya viene... y con él no podrán —exclamó el hombre entre risas—. Todos... todos morirán...

Finalmente murió, ambos se quedaron mirando el cadáver preguntándose ¿de qué demonios hablaba? Salieron de la casa y comenzaron a correr por la autopista.
Mientras corrían, se lograba escuchar un automóvil que rápidamente se acercaba a ellos.

—¡Vete! —le gritó a Mariana, ella se giró y lo miró aterrada— ¡No me esperes, vete!

Sam se giró apuntando la escopeta, y el challenger frenó a escasos pasos de él. Ann salió, lucía agitada y tenía vestigios de haber estado en una pelea.

—¿Qué esperas? ¡sube! —ambos corrieron al automóvil y ella arrancó.

—¿Estás bien? —le preguntó al verla tan agitada y con algunas manchas de sangre sobre su cara.

—Sí, me topé con algunos de ellos en una casa, a penas pude salir —miró a través del retrovisor a la extraña pasajera—. ¿Y ella quién es?

—Ella es Mariana —la miró también —. Me salvó la vida.

Para cuando llegaron al campamento era de noche, estaba vacío pero la hogera estaba encendida, se acercaron sigilosamente, cuando de entre la maleza y las sombras emergieron. Por un segundo Noah pensó que eran completos desconocidos, hasta que las llamas de la hogera los iluminaron bien.

—Oh mierda —Noah salió de cobertura y los demás lo siguieron-, están bien —él fue el primero en recibirlos con un abrazo.

—Ustedes también —le dijo mirando a casi todos.

—Íbamos a buscarlos pero... —Sam colocó su mano en su hombro.

—No pasa nada, me alegra que lograran escapar y haberse mantenido a salvo —Lily llegó con él y lo abrazó, Sam no pudo evitar sonreír.

—¿Solo son ustedes? —dudó Jonathan.

—Sí —le respondió Ann extrañada, bebió agua y parecía que todos los miraban anhelando escuchar algo distinto.

—¿Daryl no está con ustedes? —liego fue Diana quien arrojó la bomba. Sam cerró los ojos tras escuchar eso y recordó: recordó como esos monstruos lo despellejaban y como su sangre brotaba sin control como si fuera una fuente.

—Daryl... Daryl no lo logró —fue lo único que pudo decir—. Murió en Fort Hope.
Todos parecieron recibir aquella noticia de la peor manera.

—Mierda, ahora somos menos —rezongó el joven hijo de Diana.

—Mariana puede ayudarnos —les dijo al grupo, ellos no parecían muy conformes con aquello.

—No te ofendas Sam, es bueno que hayas traído una nueva amiga, pero creo que necesitaremos más gente para el siguiente golpe —explicó Noah cruzando los brazos.

—¿Siguiente golpe? —inquirió Ann.

—Síganme —Noah comenzó a caminar entre los árboles, ambos lo siguieron hasta llegar a un árbol—. Cuando escapamos de la comunidad algunos nos seguían, logramos acabar con ellos y obtener esto.

En aquél árbol yacía un hombre, estaba atado y amordazado, en su rostro se veía claramente que lo habían hecho hablar.

—Logramos que nos revelara algo importante —nuevamente se cruzó de brazos—. Parece que en un par de días movilizarán un convoy armado para transportar algunos miembros de la Hermandad.

—¿Por qué? —dudó ella.

—No lo sabemos, pienso que los utilizarán para enviar un mensaje a los distritos que siguen en pie, para que no se opongan a su régimen.

—¿Así que planean expandir su régimen a otras comunidades? No podemos permitirlo, tenemos una gran oportunidad aquí. Podemos evitar que se extiendan a otras conunidades, y salvar a los nuestros —soltó Sam, decidido.

—Suena bien —secundó Ann.

—Debemos interceptar ese convoy.









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LA CEPA: DOMINACIÓN (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora