Durante días, los Perros salvajes estuvieron monitoreando las actividades de la Hermandad, analizando sus costumbres, sus rutinas, todo.
A medida que obtenían información, de vez en cuando entraban en la comunidad, y se infiltraban para analizar el terreno mucho más de cerca. Luego de haber obtenido todo lo que pudieron, pusieron en marcha una operación para comenzar a recuperar el distrito.Desde la lejanía, trepada en un árbol, Jennifer observaba la ''entrada'', cuando la Hermandad llegó derribaron una sección en los muros de la comunidad, por ahí entraban ellos, claro, cuando la zona no estaba tan vigilada.
—No hay muchos guardias, creo que podemos entrar —bajó del árbol con ayuda de Peter.
—Han estado muy inactivos en estos días, algo tal vez traman algo —comentó él mientras ambos regresaban a la cueva.
Cuando llegaron, todo el grupo ya se estaba equipando, todos estaban armados y protegidos con chalecos blindados, parecían formar parte de una unidad militar.—¿Algo nuevo? —Sam colocó el cartucho en su UMP-45 y los miró preparado.
—No se ve mucha actividad, creo que tenemos la vía libre —Jennifer tomó su chaleco y se lo colocó.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Peter preparando su armamento.
—Tú y Ann entrarán, y a través de la radio nos dirán si tenemos una oportunidad para acabar cin Solomon. Una vez que él haya caído, sus hombres no tendrán a quién seguir y podremos comenzar la rebelión.
Todos acabaron por prepararse, y sin más comenzaron el plan, Peter llegó hasta el agujero en el muro, el cual solo había sido cubierto a penas por unas cuantas láminas de metal, la levantó un poco y dejó que Ann entrara primero, una vez a dentro comenzaron a revisar los vecindarios.
—Eso si es tétrico —pronunció Ann, cada una de las casas tenía pintada una cruz blanca en su puerta, y las pocas personas que estaban ahí caminaban nerviosas. Peter y Ann recorrían los vecindarios prácticamente unidos uno del otro, para no llamar la atención.
—Oh mierda... —ambos miraron en la casa de Diana y Jonathan, el cadáver de Trevor estaba clavado a una enorme cruz de madera, su cuerpo en descomposición chorreba un líquido negro, y su fétido aroma solo atraía a las moscas.
—¿Qué logran ver? —preguntó Sam a través de la radio.
—Nada bueno —se alejaron del cadáver. Y se toparon con un panorama aterrador, decenas de miembros de la Hermandad recorrían los vecindarios y ocasionalmente amedrentaban a algún transeúnte—. Me lleva —emitió bastante nervioso.
—¿Qué sucede, Peter?
—Patrullan todos los vecindarios, tienen rifles de asalto y... maldición —cortó la transmisión repentinamente.
—¡¿Hey Peter, qué sucede?! —habló ya asustado.—¡Baja la voz! —contestó susurrando-, tienen un tanque...
Un crudo escalofrío recorrió de pies a cabeza a Sam tras haber escuchado eso. Un soldado observó la conducta sospechosa de Peter y Ann y se encaminó hacia ellos.
—¡Ustedes, sus nombres! —Peter y Ann comenzaron a caminar más rápido alejándose de ahí.
—¡Hey, sus nombres! —el soldado llegó hasta ellos, tomó a Peter del hombro y lo giró para ver su rostro.
Los segundos parecían una eternidad, ambos, cara a cara, era cosa de ver quién reaccionaba primero.—¡Maldita sea! Intru... —un disparo evitó que el soldado terminara su frase, Ann jaló el gatillo.
De inmediato una alarma comenzó a sonar en todo el distrito, y una marejada de balas comenzó a aparecer.—¡Demonios! ¡Necesitamos refuerzos! ¡Todos los perros entren! —gritó Ann mientras ambos buscaban refugio.
Peter y Ann atravesaron una cerca de madera, y entraron a una sección del distrito separada de toda persona, la razón era escalofriante, todos aquellos que se resistieron o no quisieron colaborar con la Hermandad terminaron ahí, clamando por carne humana. Todos estaban atados, pero aún así casi los atrapan.
—¡Por aquí! —Peter derribó la puerta de una casa y entraron.
Un vehículo equipado con una calibre 50 se detuvo justo en la entrada, y abrió fuego contra la casa, las balas comenzaron a atravesar el ormigon y la madera de las pardes, pero Ann y Peter se ocultaron tras algunos muebles respondiendo el fuego desde el interior.—¡Vamos, vamos, vamos! —gritó Sam entrando junto con su grupo, al pisar la comunidad comenzaron a disparar contra todos los soldados en la cercanía.
Eran demasiados, pero aún así los Perros salvajes lograban acabar con bastantes miembros de la Hermandad, mucha gente miraba desde sus casas todo el enfrentamiento.—¡Ya solo me queda un cargador! —gritó Peter.
—¡Yo tengo medio cargador! —en ese instante el fuego se detuvo.
—¡Salgan, ahora! —gritó un soldado.
—Los distraeré, tu márchate! —dijo entrenándole su arma.
—Espera Peter —salió de su escondite y fue directo a la puerta, la abrió y levantó sus manos ante ellos.
El soldado movió la ametralladora y la apuntó directamente hacia él, Peter cerró los ojos esperando lo peor.Un pequeño objeto pasó rodando captando la atención de todos, hasta que se detuvo justo debajo del vehículo. Peter abrió los ojos y saltó con fuerza, el vehículo estalló unos segundos después.
—¡Chicos Vámonos! —ordenó Diana de entre el humo.
Ann salió de la casa y llegó junto con su grupo, todos comenzaron a salir por el agujero, pero Sam entró nuevamente, sacó una lata de pintura en aerosol y comenzó a escribir en el muro un gran mensaje. Corrió después de ello.
Un gran pelotón llegó hasta la zona de batalla, Solomon los acompañaba, y se topó con decenas de sus hombres muertos, un caos en las calles, y un mensaje que lo hizo temblar.
REVOLUCIÓN
PERROS SALVAJES.____________________________________
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LA CEPA: DOMINACIÓN (En Edición)
Ficção CientíficaSegunda parte de LA CEPA. Meses después de la llegada de los sobrevivientes a Fuerte Esperanza, finalmente su vida parece marchar por el buen camino. Pero todo cambiará cuando un asesinato desencadene una serie de eventos catastróficos, en los cuale...