Quien puede romper sus propias cadenas, tú eres esas cadenas, tú eres la llave.
La prisión que más detestas solo es tu mente, dicen que todo está en la mente.
¿Tú estás ahí?
Vete, no permanezcas allí, puede ser infinita y reluciente al principio. Pero poco a poco se oscurece dejando de ser espaciosa para asfixiarte cada vez más.
No entres en esa prisión hambrienta, aunque eres tú la prision, eres tú la presa; TÚ eres libertad. Una libertad que todavía no despierta.
Así que encárgate de darle un alimento que no seas tú. Lee, juega, brinca, crea, dibuja, escribe, admira... Cualquier cosa que distraiga y mantenga al margen a nuestra pequeña e irónica bestia interior.