Dejemos las palabras que te iluminan los ojos de impresión y roban jadeos de esperanza. Además de sonrisas y lágrimas. Las palabras son ladronas de lo que desconocemos.
Por eso el único que quiere robar todo aquello, soy yo. No quiero ni considerarte digna de mis palabras, solo de mí. Te quiero tanto que estoy celoso de las letras.
Ahora dejemos de hablar, de escribir, de leer. Porque seré el único en robar algo de ti. Y te demostraré todo lo que eres.
Fin.