Una depresión que no se adorna con helado.
Una tristeza que no suelta lágrimas saladas.
Una angustia que se siente en los brazos.
El helado es dulce, frío y blando. Como tú, por eso no dejo de ahogarme con chocolate amargo.
Las lágrimas saladas, siempre estuvieron en mis mejillas marcando felicidad. Por eso llorar, me recuerda a ti. Tampoco puedo hacerlo. Antes por alegría, ahora por tristeza.
La angustia, que invade mis brazos por no abrazarte. Por no arroparte.
Estoy muriendo. Sin ti. Sin mí.
Ya no soy yo, cuando tú sigues en mí.