La droga más exquisita pero que más me marca.
Puedo fumarte mientras comes fresas. Con ese sabor a fresas.
Puedo inhalarte mientras tu perfume sea natural. Ese olor tierno que tienes.
Puedo inyectarme con tus uñas clavadas en mi piel, en mi espalda, en ese mismo instante en el que somos un solo ser, sin necesidad de identificación ante la realidad.
Porque en mis sueños, soy un drogadicto sin rehabilitación.