III

4.5K 442 22
                                    




El ambiente se sentía pesado desde que nuestros cuerpos ingresaron por las puertas de aquel oscuro lugar.
Mi piel se ponía de gallina con cada paso, y los vellos de mi cuerpo se levantaban de a poco conforme avanzábamos en nuestro pequeño recorrido para conocer un poco mejor el gran edificio.

—Dr. Garner.

Una voz aguda y afeminada me sacó de mi trance paranoico mental, lo cual era bastante habitual en mi vida desde hace un par meses; siempre atrapada y perdida en mi propia cabeza.

—Usted y compañía pueden ingresar al segundo piso, hay un par de pacientes que esperan ansiosos su visita.

—Gracias, Amber.

Mi profesor no se molestó en presentarnos, porque dicho aquello, nos jalo con la mirada y nos dirigimos al piso que estaba sobre nuestras cabezas.

—Quiero que sean pacientes y amables — comenzó su pequeño discurso listando un par de reglas —. Si comienzan a sentirse incómodos, solo aléjense, no quiero que suelten comentarios imprudentes o preguntas fuera de lugar. Nada de ser muy curiosos sobre el porque de su estadía.

Asentimos, dándole a entender que éramos lo suficientemente capaces para que todo resultara en orden, aunque en nuestro interior quisiéramos salir corriendo a casa y pasar un sábado lejos de un lugar muy utilizado para los escenarios de las películas de terror.

A decir verdad, el edificio no era para nada como en esas películas. Era un lugar bastante ordenado, limpio y de cierta forma, muy tranquilo.
Lo único que lo hacía aterrador, eran los disturbios que provocaban los individuos dentro, y el ambiente pesado en el aire que se introducía por nuestras fosas nasales, como si fuese difícil de inhalar.

La puerta del elevador nos abrió paso al siguiente nivel del lugar. No era muy distinto al de abajo, solo que este no contaba con una recepción.

Mi mirada se clavaba en cada rincón por el que pasaba, analizando todo lo que veía y tratando de encontrar que todo estuviese tan normal como cualquier hospital en el que residen personas que han tenido un accidente o se han intoxicado con nueces, lo cierto era que, ese no era mi escenario y todo parecía más tranquilo, aunque en redilada, detrás de aquellas puertas había un pequeño infierno en la cabeza de alguien y eso me ponía los pelos de punta.

El impacto contra algo frente a mí, hizo que mi cuerpo zarandeará por el golpe, haciéndome caer al piso.

—Santa mierda.

Una voz ronca se escuchó por lo alto, pero no le di importancia y me puse de pie rápidamente, sacudiendo mi ropa.

—Lo siento muchísimo.

Miré en su dirección y me encontré con un rostro masculino y marcado que contenía cierto atractivo, forrando su cabeza con greñas desarregladas y claras, sus labios eran de tamaño proporcional, dándole un aspecto grueso, pero fino al mismo tiempo.
Le di un recorrido rápido con la mirada, para darme cuenta del buen físico que podía presumir sobre su ropa ajustada y también de su gran altura.

Carraspeó, y mi rostro se vio obligado a elevar la vista un poco más de lo habitual. Estaba sonriéndome y pude notar un destello de diversión en sus ojos claros de tonos grises.

—¿Estás bien?

—Sí, sí, no te preocupes, estoy bastante bien. Solo fue un golpecito, nada grave — mi voz salió a prisa, haciendo que las palabras se pisaran y al él pareció causarle gracia, porque rió.

—Perfecto. Trata de tener un poco más de cuidado, por aquí hay mucho con que tropezarse.

Lo miré con confusión. No sabía si estaba reprochándome por ser tan distraída, o si estaba tratando de advertirme que podía toparme con personas fáciles de irritar, pacientes del hospital.

MedicineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora