—¿Cómo prefieres el helado?—¿Qué clase de pregunta es esa? — una mueca irónica y divertida resaltó entre sus facciones.
—Sí, ¿cuál te gusta más entre el de yogurt y el de crema?
—Ambos son buenos, pero me inclino totalmente por el de crema.
—¿Es en serio?, el de crema es espeso y asqueroso.
—¿Tú prefieres el de yogur? — me miró atento durante unos segundos hasta que asentí—. ¿Qué te parece tan atractivo de esa consistencia y sabor?
—Todo.
—Se supone que comes helado porque es frío y duro. Debes congelarte la boca cuando lo muerdes, el de yogurt se deshace dentro de tu boca, es inútil.
—¡Es mucho más saludable y tiene más sabor!
—No tienes derecho a hablar de salud después de haberte sambutido casi dos hamburguesas enormes.
Su mirada acusadora y juguetona logró sacarme una risa avergonzada, pero relajo el gesto en cuanto notó que me incomodaba un poco.
Caminamos las últimas cuadras hasta llegar al hospital de vuelta; ya era tarde y no podía culparnos, el tiempo solo había pasado y nosotros nos encontrábamos lo suficientemente entretenidos como para notarlo.
Estrechó mi mano y agradeció la compañía. Solo asentí y le devolví el gesto sintiéndome más agradecida por haberme sacado de los asuntos que tenía en la cabeza y por la amabilidad con la que me había recibido desde la primera vez.
Me dirigí nuevamente a mi sección, básicamente a esperar la hora de mi salida. No había más trabajo, ni responsabilidades para mí.
Como era nueva, solo podía atender a unos pocos y no a los más importantes.
Era aburrido, pero tampoco me quejaba mucho.El ir y venir de las personas era extrañamente tranquilizador, aunque de vez en cuando me ponía los pelos de punta.
No podía quejarme, mi área era la más tranquila y no podía imaginarme que sería estar en las superiores; en ellas se encontraban los verdaderos problemas y no me refiero a los pacientes, me refiero a sus enfermedades.
Era drástico el cambio entre sección y sección. De esta salían caminando personas que parecería lo suficientemente normales, como cualquiera, pero conforme más te adentrabas al edificio, el físico de las personas era peor. Y no los juzgaba, las marcas de las inyecciones no eran culpa suya, incluso los que tenían la mala manía de dañarse a sí mismos para sentir mejoría.—¿Podrías firmar esto? —la secretaria se acercó y me estiro algunos papeles.
—¿Qué son?
Los tomé en mis manos y traté de leerlos, pero el tamaño diminuto de las letras y la gran cantidad de ellas en la hoja me revolvían.—Es como un contrato, pero este no tiene repercusión legal y solo te trae beneficios.
—¿Puedo leerlo antes?
—El Dr. Ledger lo quiere a más tardar justo ahora.
—De acuerdo.
Nunca firmaba papeles sin tener consciencia de su contenido, pero confiaba absolutamente en mi padre.
Deslicé la punta de la pluma sobre el papel y la tinta hizo lo suyo.—Gracias. —lo recibió de vuelta.
—No hay de qué.
—¿Por qué no vas a casa?
—Aún no cumplo con el horario.
—No hay más que hacer, puedes irte a casa.
—Voy a quedarme a esperar.
—De acuerdo.
Volví a quedarme sola, pero estaba vez opté por conocer un poco más el lugar y tratar de acostumbrarme al aire frío del otro piso, algún día me tocaría estar a cargo de alguien que residiera en las una de las habitación del montón y aun que me asustaba, me causaba emoción.
Ingresé cuando las puertas del elevador se abrieron y este se encontraba vacío, lo cual hizo que mi piel se erizara.
Me sentía como una niña pequeña que entra por primera vez a la casa que se rumora esta embrujada, y sentí pena por mí misma, yo no era más una niña y aquí no había fantasmas, solo humanos.No tenía del todo permitido estar en secciones que no me correspondían, pero tampoco habían aclarado que no podía hacerlo.
Las puertas volvieron a abrirse, pero esta vez para indicarme que debía salir, por lo tanto eso hice.
Era igual. Lo sabía porque ya había estado una vez en esa parte, pero no dejaba de sentirme insegura y esta vez me dirigiría al fondo de los pasillos, en donde se encontraban aquellos que todos se atrevían a llamar monstruos.Los doctores eran un poco más avanzados de edad que los de abajo y estaba segura de que era así por la experiencia que habían absorbido durante esos años que los diferenciaban, pero me sentí confundida al no ver a ningún paciente por ahí vagando en los pasillos.
El lugar era limpio, incluso creía que cuidaban más la limpieza en esta parte del edificio, como si las personas que habitaban los cuartos tuvieran alguna enfermedad delicada que pudiese llevarlos a la muerte por tan solo un poco de polvo. Sí, ellos estaban delicados, pero no se trataba de cualquier órgano, músculo o sistema, todo estaba en el cerebro, en sus mentes y en la cabeza.
Podía no ser muy diferente en la estructura, pero aquel lugar no se parecía en nada al ambiente de abajo. Por lo contrario al otro, en aquel no había un montón de personas preocupadas por sus seres queridos, no habían padres preguntando en cuanto tiempo mejoraría su querida criatura, no se sentía la poca calidad que un hospital pudiera mantener; era frío.
Aunque no me provocara miedo, me hacía sentir angustiada.¿Cómo alguien podría vivir aquí?
De vez en cuando eran audibles gritos desesperados, pero se escuchaban a una distancia moderada.
Nadie merecía ser botado en un lugar como este o similar y además ser juzgado por el mundo.
¿Por qué acomplejar a alguien que ya no encuentra más maneras de acomplejarse?
Como si a un alcohólico le dieras motivos para tomar y después de haberlo incitado, te molestas con él por ser un desastre.Pude ver cerca una banca, suponía que estaba allí para las visitas, pero se encontraba vacía y no dudaba que llevaba mucho tiempo así.
Tomé asiento y me dedique a observar cada movimiento de las personas y tratar de analizar la probabilidad de que hubiese verdaderos monstruos dentro de esas puertas. Imposible.
Por un segundo me sentí torturada, trate de ponerme los zapatos esas personas y entonces comencé a juzgar a sus familiares.
Pensar que alguien cercano a mí podría estar detrás de esas puertas, hizo que mi pecho doliera, pero entonces recordé aquella vez en una de las clases de la psicóloga North, cuando habló sobre controlar nuestros sentimientos humanos y endurecer los corazones.
En esta profesión no debía existir la cercanía sentimental entre ellos y nosotros, debíamos ser como rocas.No era válido juzgar y tampoco defender.
Algo que no sumaba muchos puntos a mi lista de razones por las cuales era apta para una carrera como esa.

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Medicine
Mystery / Thriller❝No puedes pedirme que intente ser aquello que no soy. Conozco mis errores y he gastado gran parte de mi vida con ellos, he aprendido a amarlos, y si realmente me quieres, tendrás que aprender a no juzgarlos. Y aclaro que no te pido que ames mis dem...