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Comúnmente me preguntan cuál es mi mayor fuerte a la hora de tener que enfrentarme a una dura situación; creo que jamás me he atrevido a levantar palabras de la mesa y responder, porque es mucho más sencillo cambiar el tema y no prestarle mucha atención a la respuesta. El problema está en que yo no me he sacado esa duda de la mente.

A ciencia cierta está evidenciado que soy una persona a la que le gusta tener un plan para el futuro, pues, es verdad que no me agrada bastante la idea de que llegue el momento de tener que sentarme y preguntar » ¿qué sigue ahora? «
Y es quizá por ello que siempre me baso en lo que otros opinan que soy buena y no en lo que yo creo ser mejor.

Paso mayor parte de mi tiempo ocupada en las actividades que en un pasado me he propuesto, y esto, favorosamente, casi siempre me ha funcionado.

—¡Srta. Ledger!

Sacudí la cabeza casi por pura inercia. Alcé la vista en dirección al Sr. Garner. Por sus expresiones faciales y la atención de todos en el aula, puede jurarme a mí misma que no había sido el primer llamado en mi dirección.

—Sé que dejé claro desde el principio del curso que les daría la libertad de atender o no a la clase, porque los únicos perjudicados en los exámenes serán ustedes; pero también aclaré que detesto tener que repetir sus nombres para llamarles la atención.

—Lo siento, realmente me perdí de un momento a otro —mencioné avergonzada, incluso sabiendo que a mi piel le era imposible colorarse de rojo, podía sentir la sangre llegar hasta mis mejillas. — ¿podría repetirme la pregunta?

—No será muy necesario, creo que tomé la decisión final.

Caminó unos cuantos pasos hasta el escritorio, tomando su carpeta con abundantes papeles y la cerró, para después dirigirse a la puerta de la salida y retirarse.
Todos a mí alrededor se pusieron de pie, guardando sus cosas, para así poder marcharse a casa.

—Mierda, Ath. Realmente te gusta la adrenalina del momento.

Dijo de forma burlesca la morena Theresa, mientras se aproximaba hasta mi espacio asignado en las gradas del aula.

—Siempre estoy atenta a lo que dice, nunca me toma en cuenta para responder sus estúpidas preguntas, y justo hoy que no tenía muchos ánimos de entrar a su clase, se le ocurre darme la palabra.

—Pues te recomiendo que esta noche duermas bien y no te vuelvas a distraer en su clase, porque te has metido en una buena.

—¿De qué me perdí?

—Pedía voluntarios para ir a dar una visita al Riverview.

Detuve mi caminata en su dirección y me quedé congelada en aquel espacio.

—Pero él sabe que no estoy lista para comenzar con lo práctico.

Mis manos atacaron mi rostro, cubriendo este para tratar, estúpidamente, de mantener mi auto-control dentro. Como si de mis orificios nasales fuera a salir.

—Relájate un poco. No harán servicios aún. Solo quiere compañía para una de sus visitas, en la que estará atendiendo voluntariamente a unos cuantos pacientes. Es una forma más congruente de enseñarles lo que tendremos que hacer cuando nos toquen las prácticas y servicios.

—Esos lugares me ponen la piel de gallina.

—Pues eso debiste de haber pensado antes de meterte en la carrera de psiquiatría, querida amiga.

Asentí de manera reprobatoria por su comentario.

Y es que tenía razón. Es algo que estaba en mi mente paseándose en círculos durante las 24 horas de los 7 días de la semana, todos los meses desde que opté por estudiar la carrera de los locos, aquella mejor conocida por ser la elección de los que necesitan curar sus propias mentes.
No es difícil entender que hago en donde me encuentro, pues se perfectamente, que todo comenzó durante los últimos años de la preparatoria, cuando todos saben que quieren ser y a que universidad apostarle. Yo no era uno de ellos, yo estaba perdida entre las cuerdas de mi vida, y eso estaba arruinando por completo mis planes de organización futura; no sabía a donde mirar, que carrera elegir o que hacer si no era buena en lo que escogiera.
Tenía las mejores notas del instituto, los profesores notaban mi ausencia si un día no entraba en sus clases, todos siempre tenían expectativas muy altas de mí, esperaban más de lo que incluso yo sabía que era capaz.

Realicé las pruebas de vocación profesional y los resultados pocas veces coincidían. Eso comenzó a preocuparnos, no solo a mí, también a mis maestros y a mis padres.
Finalmente eligieron que sería la mejor candidata para la psiquiatría. Yo nunca me negué a ello, porque lo único que quería, era tener una respuesta a mi futuro, poder hacer planes y estar en sintonía con las preocupaciones de los demás; ingresar en la universidad.

Es aquí en donde retomo el inicio. Estoy segura que en algún momento voy a tener que preocuparme por el ¿qué sigue ahora?

N/A: Muchas gracias por leer. Si les ha gustado pueden colocar la estrellita (el voto) y comentar.

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