Medicine

XXIII

Una vez mis pies libres de pantuflas, mi cuerpo se acomodó a la altura del colchón, me senté y tomé postura recargando mi espalda sobre el respaldo. Desdoblé y extendí la hoja de papel que mis manos sostenían, la tinta de maquina antigua fue lo primero que mis ojos capturaron.

" Athenea, de antemano me disculpo por los posibles errores que cometa, no sé si lo recuerdas, pero soy ciega.
Lester no ha dejado de hablar acerca de ti, no lo hace exactamente de manera directa, pero se escucha, lo noto en sus cambios.
Posiblemente ni siquiera tú los hayas notado, si es así, es porque él decidido que sería de ese modo. Lester es un hombre muy especial, ¿te has dado cuenta?, nunca notarás en él algo que él no quiere que sepas, lo llama el método efectivo de control social. Aprendió a ser así, lo desarrolló.

Sé que lo que intentas hacer es cumplir con tu trabajo, pero presiento que esto fue algo que no solo tú accediste a hacer, si no, que elegiste. No sé porque, no sé que llamó tu atención, pero puedes llegar a aprender mucho de Lester, así que aprovechalo. Un pequeño consejo, si quieres conseguir la fórmula para ayudarlo, analiza su método primero; una vez que consigas entenderlo, podrás abrir puertas que él por voluntad propia no quiere abrirte.

¿Te gustaría ayudarme a sanar un poco su mente?, es probablemente lo menos roto ".

Aferré mis dedos al papel y digerí cada palabra tratando de rescatar y entender la información importante. Algunas dudas surgieron, como ¿por qué Lester busca ayuda si lo va a poner todo tan complicado?, ¿por qué no simplemente expresa y comparte lo que siente, piensa o ha vivido para facilitar el proceso?, ¿por qué pareciese todo el tiempo que está ocultando cosas, pero al mismo tiempo que es transparente? y ¿cómo es que consigue jugar de ese modo con la mente de los demás?

En definitiva lo encontraba como un reto, pero uno que quería resolver con tanto deseo.

~

—¿Qué ha pasado contigo en estos últimos días?

—¿A qué te refieres? —entrelazó los dedos de sus manos y me miró con un aire de superioridad, tratando de ocultar su entendimiento ante mi pregunta.

—Te he notado un poco decaído.

Una sonrisa irónica se hizo cómplice de su rostro y entendí de inmediato la razón de aquella, pero no pude evitar su comentario.

—¿Qué puedes esperar de alguien con depresión?—la ironía en su voz era irritante, pero no causaba ese efecto dentro de mí, era más algo superficial, un sentimiento que percibes porque sabes que debes hacerlo.

—Lester, sabes perfectamente a lo que me refiero.

Suspiró profundamente y acomodó su postura en el asiento, inclinándose al escritorio y así provocando que su espalda se encorvara, logrando hacer que su figura luciera más agresiva, más grande, más fuerte y algo en mí sabía que todo lo que podían ver mis ojos, era parte de una intensificación en su interior.

—Hace no mucho estuve saliendo con un chico—mi ceño se frunció al escuchar la última palabra, no me lo esperaba en absoluto, sin embargo, traté de ocultar mi sorpresa—. pero se trataba de una relación abierta, nada de exclusividad. Él no estaba seguro de su sexualidad, por lo que salía con mujeres mientras manteníamos lo nuestro de manera privada —la arrogancia de sus gestos fue lentamente convirtiéndose en impotencia y frialdad, irradiaba una intensidad que solo él podría sentir—. Nunca he sido una persona posesiva y mucho menos uno de esos chicos celosos, así que realmente no me importaba mucho, hasta que comencé a sentir que las cosas se volvían más serias. Una vez me lo topé por la calle con una de sus mujeres, me la presentó como si no fuera gran cosa y entonces entendí que no estaba haciendolo de la manera correcta. Su técnica se basaba en justificar sus acciones a través de la manipulación. Me manipuló.

La sonrisa más filosa solo podía venir de un hombre como Lester y yo la había presenciado.

No se avergonzaba en lo absoluto de todo lo que estaba contándome, incluso podía notar que el efecto de aquello había sido más un golpe en su orgullo, que una situación dolorosa en el circulo sentimental. Había dañado su inteligencia, su fuerza, lo había hecho sentir bobo y aquello era claro que no iba a aceptarlo, al menos rechazarlo hasta el punto de no dejar que lo lastimase. Pero ambos sabíamos que esa no era una opción.

—¿Te sientes herido o en alerta?

—Un poco, pero no por él, por algunas personas que están buscando la forma de acercarse a su vida.

—¿Hablas de las chicas con las que sale?

—También con aquellas con las que podría salir.

La firmeza con la que sus ojos se mantenían sobre mi mirada, me hacía sentir culpable, incluso sin un motivo, pero era eso lo que me trasmitía.

—¿Qué quieres decir?

—¿No piensas que es doloroso ver toda la inocencia que existe en las personas aún teniendo enfrente la realidad que podría terminar con aquellas fantasías suyas?

—Dependiendo. Algunas veces la inocencia es una forma de protegerse, pero inocencia no viene enlazado con ignorancia, un ignorante se cree todo lo que le dicen, un inocente ignora la maldad y trata de encontrar lo bueno.

—Para mí son casi la misma mierda.

Su espalda tocó el respaldo del asiento con un desinterés absoluto; había lanzado su última carta en nuestro pequeño juego de palabras y no estaba dispuesto a esperar mi lanzamiento para saber si yo tenía las cartas mayores o si él podía recibir la victoria. Simplemente la tomó.

—... ¿Sabe una cosa, doctora Ledger? —atendí de inmediato a su llamado—. cambié de opinión, no quiero saber lo que es enamorarse.

—¿Lo crees como un asunto para débiles y tontos?

—Por supuesto que no, pero sí creo que no es algo para todos.

—Es un cambio muy drástico, creí que anhelabas poder sentirlo.

—El anhelo no trae consigo garantía. Algunas veces debemos desprendernos de los deseos inútiles y colocar los pies en la tierra, ¿no lo crees? —hizo un ademan con la mano y continuó—. Esta es la forma en la que debo vivir mi vida. Solo ellas y yo.

—Las voces.

—Mis voces. —corrigió inmediatamente y sus palabras puntuaron con silencio.

Estudié un poco sus gestos esperando la señal para poder decir algo en el momento adecuado, pero él parecía disfrutar del silencio que habían traído consigo sus palabras, casi como si todo hubiese sido planeado de ese modo.

Después de observarlo por uno momento, opté por seguir con el proceso de evaluación, tratando también de dejar un poco de lado el tema anterior; se sentía pesado e incomodo. Suficientes novedades por una sesión.

Aún quería cuestionarlo al respecto de su sexualidad, si se consideraba homosexual o si aún se encontraba trabajando en encontrarse. Incluso pensaba en preguntar más detalles y fechas, para así poder hilar días malos con sucesos, pero se sentía incorrecto y me dejé llevar por ello.

Algunas personas son espejos y aprender de sus errores es la manera menos dolorosa de aprender. Si tienes respuestas enfrente tuyo, no tapes tus oídos, solo encuentra las palabras en la sopa de letras y mantente prevenido. No es paranoia, es alerta.

Sh, las voces tratan de ser buenas contigo esta noche.