XX

2.2K 209 18
                                    

La noche era oscura, incluso mucho más de lo habitual, el sonido de las gotas de lluvia cayendo me regalaban un poco de tranquilidad, algo que para muchos parecía un sonido molesto, pero para mí era un estilo de vida.

Había pasado toda la tarde con Lester en la misma ubicación de la vez pasada. Podría decirse que el avance era mayor al que esperaba, pero seguía siendo mínimo para cerrar el caso.

Durante todo el día había tratado de sacar de mi cabeza la horrible pesadilla de aquella noche, y es que verle me resultaba un poco complicado sin imaginar su rostro con sentimientos inexistentes, pero me deshacía de esos pensamientos al reprocharme a mí misma por mi poca profesionalidad.

Lester volvió de haber tomado sus medicamentos; desde aquella noche en el restaurante, no había tenido otra terrorífica oportunidad de presenciar uno de sus ataques bipolares, lo cual, por una parte me hacía sentir bastante aliviada, ya que no me consideraba lo suficientemente capacitada para ayudarlo si me tocaba verlo en una de esas escenas, pero aunque podría ser algo positivo y considerado un avance, realmente sus enfermedades seguramente nunca se irían y aquello no hacía nada más que desechar mi tranquilidad estando a solas con él.

—Estoy listo para otra ronda de preguntas. —se limitó a sonreír a medias, pero agradecía que intentará ser amable y no se estuviese quejando de lo incómodo que se sentía con todo eso, me estaba ayudando a hacer mi trabajo.

—Creo que te mereces un pequeño descanso, ha sido un día largo y pareces cansado.

—Los medicamentos son fuertes, solo me agotan un poco, prácticamente estoy drogado ahora mismo, es lo más cercano que estaré de hacer una actividad de las personas comunes con mi edad.

—¡Eso es falso! —alcé un poco el tono de mi voz, pero de manera amigable—. Haces muchísimas cosas que hacen los muchachos comunes de tu edad, si tanto quieres usar etiquetas. La única diferencia es que tú tienes una receta médica legal para drogarte y eres mucho más listo que ellos, quizá tan listo que te hace volverte loco.

En sus labios se asomaba una sonrisa real, aún sabiendo que él no era tan fácil de manejar como había tratado, él estaba consiente de que no todo era falso.

Lester era una persona bastante lista y solo le faltaba un poco de cordura para ser centrado y poder llegar muy lejos en general.

—Athenea, ¿te gustaría escuchar un poco de música? Dicen que la música es la mejor manera de curar los males profundos y últimamente no me siento muy sano... Menos sano de lo que acostumbro a sentirme.

Asentí haciéndole saber que mi respuesta era afirmativa. Realmente lo había visto un poco decaído últimamente, pero la verdad es que, el casi nunca estaba del todo bien, lo cual, era bastante entendible ante la situación, pero durante esos días, él se sentía distinto y yo podía percibirlo.

—¿Alguna vez has estado enamorada?

Dudé unos segundos mi respuesta, porque aquella pregunta me había tomado en definitiva por sorpresa.

—No, ¿qué hay de ti?

Sonrió negando con la cabeza y colocó un disco dentro de la grabadora, después de encenderla fue directo al número de una canción.

—No, pero siempre he querido estarlo.

Una vez encontró la canción que buscaba, picó el botón de reproducir y una melodía conocida inundó la habitación.

MedicineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora