XXI

1.6K 191 22
                                    

Lester sostuvo la mirada baja durante unos buenos y largos segundos, podía darme cuenta de la forma tan desesperada con la que rascaba sus brazos debajo de las mangas de su sudadera. Estaba deprimido, ansioso, estresado.

—¿Quieres hablar o prefieres mantener la hora de manera silenciosa? —mis palabras sonaron fuertes debido a lo acostumbrados que ya estaban mis odios al silencio.

Negó con la cabeza, haciéndome saber que el silencio era lo último que necesitaba en ese momento, así que continúe —: ¿Quieres contarme qué es lo que te sucede? —Mi voz sonó suave, porque así quería que sonara.

Lo había visto pasar por malos momentos emocionales, pero esta vez no se trataba exactamente de una situación provocada por su cabeza, podía sentir que algo había pasado en el mundo real que le había afectado.

Tragó saliva para humedecer un poco su garganta y remojó sus labios con la lengua antes de comenzar a hablar.

—Solía tenerlo todo —su voz sonaba rasposa y mantenía la mirada en sus brazos—. bueno, superficialmente todo. Tenía un futuro, tenía grandes amigos, un puesto importante en mi pasatiempo favorito, una casa hermosa, todo lo que un adolescente necesita para crecer soñador.

Mantuve mi indiscreción al margen, pero me atrevía a preguntarle acerca de ello, porque no quería que lo pensara demasiado y dejara de hablarme de cosas que nunca me había hablado, especialmente de su pasado, de aquello que lo hizo terminar en este lugar. Realmente quería saber su historia, poder colocarme en su lugar un segundo y entender todo, sacrificar un poco mi paz interna y manejar mi mente por lugares por los que él había estado

—¿Y qué fue lo que pasó?  —no aparté mi mirada de su encorvado cuerpo.

—¿Siendo sincero? —finalmente hizo contacto visual conmigo, pero mantuvo su postura corporal—. No lo sé.

Mordí internamente mis labios para no comenzar a cuestionar sus palabras, porque sabía que asustaría toda la confianza que me estaba entregando, pero antes de que pudiera decir algo al respecto, continuó —:Al principio intenté que no repercutiera en mi forma de ser, no quería que eso afectara mis relaciones sociales. Intenté ser normal, si es que eso existe. Pero de alguna u otra manera solamente me sentía reprimido, en vez de sentirme mejor, sentía que iba retrocediendo y me hundía más.

Traté de ignorarlo muchas veces, mi familia no lo aceptarían con facilidad, así que les mostré mi mejor cara y seguí adelante. El  verdadero problema inició cuando comencé a tener pesadillas constantes, en ellas yo era el enemigo de las víctimas, y sentía placer al hacerles daño, pero jamás sentí placer en la vida real, no soportaba que una persona sufriera. Las pesadillas fueron subiendo de nivel, entonces ya no eran solamente en los sueños, también sucedía mientras estaba despierto. Comencé a tener alucinaciones cinco años atrás, esto hizo que mis estados de ánimo fueran cambiantes. A diferencia de otras personas, yo sabía que algo andaba mal conmigo y no buscaba negarmelo a mi mismo, solo quería mejorar; comencé a investigar una y otra vez en Internet, pero encontraba pura basura. Un día le pedía al tío de un buen amigo mío que me pasara el contacto de su terapeuta o un psicólogo y después de un par de terapias me recomendó hacerme algunos estudios, no me alarmaba el hecho de que me pidiera hacerlos, porque no sentí que fuera necesario. Después de tratar de adivinar por mi mismo que era lo que sucedía conmigo, descubrí que no se trataba solamente de una enfermedad, llegue a tener síntomas de distintas enfermedades así que decidí no autor-recetarme.

Todo se intensificó en cuando ella aparecieron en el panorama — señaló su cabeza y sabía a lo que se refería—. Las famosas voces dentro de la cabeza de un esquizofrenico. Nunca traté de atacar a nadie, aunque las voces intentaron incitarme, pero de forma indirecta.
La constante presión de no poder tener el control de mi mente me sacaba un poco de quicio y entonces comencé a perder también el control de mis emociones. Las cosas iban desarrollándose con mucha rapidez, sentía miedo de mí mismo. Dormía con la puerta cerrada Y lanzaba la llave por debajo de la puerta, me daba miedo que las voces hablaran y me pidieran algo que no quisiera hacer, pero ante la falta de control tuve que tomar mis propias medidas.

—¿Alguna vez esas voces te pidieron que le hicieras daño a alguien de manera directa?

—No.

A pesar del montón de preguntas que bombardeaban mi cabeza en ese momento, traté de contenerme y relajarme con ello, así que solté algunas que consideré importantes para ir juntando las piezas del rompecabeza.

—¿Tu familia como tomó esos comportamientos? —lancé aquello con miedo a arruinarlo todo, pero para mis sorpresa, no rompió el lazo de confianza.

—Desde que comencé a pedirles que abrirán por las mañanas la puerta de mi habitación, empezaron a notar algo extraño en mi. Ellos pensaban que estaba delirando, lo cual no era del todo falso, pero unos padres nunca esperan que su hijo este enfermo mentalmente, así que solo traté de jugar con su inocencia y mantenerlos ajenos a todo lo que sucedía.

—¿Por qué?

—Porque ya lidiaba con suficientes miedos y no estaba listo para enfrentas sus reacciones. —sus ojos estaban rojos, pero ninguna lagrima resbalaba por sus mejillas.

—¿Y tus amigos?

—Nadie lo sabe, incluso tuve que ocultárselo a los más cercanos y alejarme lo más que me fue posible. Deje la escuela y encontré este lugar, aunque no quería hacerlo, era lo más sano para mi y para todos los que me rodean —regresó su mirada a las mangas de su sudadera—. Nunca he detestado este lugar, porque es como un hogar para mi, sé lo que tú y todos tus compañeros de trabajo tratan de hacernos y estoy agradecido.

Sonreí internamente, parecía sincero, pero me causaba curiosidad el hecho de que él viviera tan bien con el estilo de vida que le había tocado.

—¿Eres religioso?

Alzó una vez más su mirada y me miró con el ceño fruncido durante unos segundo, hasta que entendió el porque de mi pregunta.

—No fue por la religión que acepté todo esto, solo lo hice un estilo de vida y aprendí del sufrimiento de otros. Cuando tratas de negarte tu realidad, te estas deteniendo a ti mismo a salir adelante, prácticamente lo estas haciendo todo más difícil y claramente ya tengo suficiente como para añadir un poco más.

La alarma de mi reloj sonó, avisándome que la sesión había finalizado y haciendo que el chico frente a mi se pusiera de pie, casi por automático.

—¿Crees que la información sea productiva para tus anotaciones? —me puse de pie rápidamente para quedar frente a él.

—Más de lo que tú crees —le dediqué una mirada de agradecimiento y el sonrió desganado antes de darse la vuelta y caminar en dirección a la puerta—. Lester.

Giró sobre sus tobillos y me miro con paciencia.

—¿Sí?

—¿Crees que pronto podrás decirme que fue lo que te pasó para estar así hoy?

Rió bajamente dedicándole un mirada al piso y luego regresó a mi silueta.

—Los psicópatas también tenemos días malos.

Dicho esto volvió a voltearse y salió con la misma postura con la que entró, dejándome inquieta con todo lo que me había dicho, especialmente con aquello último.


N/A: No más promesas sin futuro, solo comenta y deja tu voto si te gustó, ayúdame a hacer que la historia llegue a más ojos. Gracias por leer. En la sección de comentarios deja tus sentimientos sobre este capitulo.

Los/as amo.

MedicineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora