XIX

2.5K 248 63
                                    

—¿Realmente fue así de extraño? —exclamó bastante emocionada, reacción que no había esperado en absoluto.

—Theresa, no entiendo que es lo increíble de todo esto.

Se acomodó sobre su asiento y arregló su cabello exageradamente mientras alzaba ambos pies sobre la mesa que nos separaba.

—No sé si estás dándote cuenta de que eres la única en la universidad que está viviendo cosas tan increíbles como esta. ¿Quién puede contar que pasó la noche entera con un chico esquizofrénico y su amiga vidente?

—No es vidente, no sé exactamente cómo catalogarla y deberías bajar la voz —empujé sus pies fuera del escritorio —. todos pueden escucharte y no debes olvidar que es información confidencial.

—Cierto, puedes meteré en problemas por contar cosas como estas, regla de privacidad, pero es totalmente invalida cuando se trata de tu mejor amiga.

Rodé mis ojos, sin poder evitar soltar una risita por los comentarios con poca seriedad de Theresa.

—Me entretiene mucho tenerte por aquí, pero es momento de que te eche.

Me puse de pie para caminar con ella hasta la salida. Ella siguió mis acciones hasta la puerta sin hacer reclamo alguno.

— ¿Me acompañaras el domingo?

— Sí, ya había confirmado eso.

— Nada de estratégicas amistades con pacientes o noches de psicopatas, necesito tu lindo trasero en el auto de mi madre.

— Prometo que estaré ahí.

La abracé cerrando mi promesa y dándole paso a la despedida.

Cuando Theresa salió de la oficina, imité sus pasos y cerré la puerta detrás mío para dirigirme a la salida del hospital y así poder conseguir algo de comer.

Llegando a la recepción, pude notar la presencia de Lester, quien se veía cabizbajo y perdido, algo desarreglado, pero esta vez no lucía enfermo, simplemente distraído.

—¿Qué te trae por aquí? —sonreí acercándome hasta él.

Alzó la mirada y no se molestó siquiera en fingir un gesto alegre. Saludó con una de sus manos y pude notar que las mangas de su suéter se encontraban más abajo de los normal.

— Vine por unos medicamentos, cada vez los efectos duran menos.

El tono de su voz era rasposo, como el de alguien que recién se ha levantado de la cama.

—¿Dormiste bien?

Sus ojos volvieron a clavarse en algún punto bajo, comportamiento normal de una persona insegura, sin embargo, había algo más que inseguridad, pero aquel comportamiento tan extraño, era rutina en él.
Al escuchar mis palabras, algo pareció hacer click en sus adentros, y acomodó la postura de sus hombros moviéndolos con algo de cuidado hacia atrás. Se paró con un poco más de seguridad y relajó su rostro considerablemente, al menos eso parecía desde el ángulo en el que me dejaba ver lo poco de su cara.

—Como hace mucho no lo hacía.

A pesar de su intención por parecer recto, podía notar la rigidez de sus facciones.

MedicineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora