II

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—¿Encontraste departamento? —preguntó Theresa con una gran sonrisa.

—No, la verdad es que ya he dejado de buscar. —una mueca se hizo cómplice de mis labios, aquella que había comenzado a hacerse socia de mi rostro cada vez que preguntaban algo con relación al tema.

—Conozco a una señora que está buscando a quien rentarle un pequeño apartamento.

—¿De verdad? —mi voz se sintió entusiasta al menos por un segundo. — ¿en dónde?

—Está en el barrio de San L SE.

Mis ojos se abrieron ampliamente y la mire con seriedad para cerciorarme de que todo lo que salía de su boca era con total honestidad. Así lo fue. Su actitud era la de siempre, sus facciones tan relajadas y yo la miraba agravando sus palabras.

—¿Has visto las noticias últimamente? —pregunté sin quitarle los ojos de encima, para ver si su reacción cambiaba.

Se encogió de hombros con total tranquilidad.

—Sí, ¿qué hay con eso?

—Carajo, Tess. Ese barrio es uno de los más peligrosos, y no solo hablo del Estado, porque me refiero al país.

—Oh... —jugueteó con sus dedos un poco —. ya entiendo porque me sonaba el nombre.

—Vaya, pero que lista resultas ser.

—No me juzgues. Es claro que la urgida en conseguir el departamento eres tú, no yo. Solo intentaba echarte una mano.

—¿Metiéndome en ese lugar?

—Pero le haces de todo a una situación tan diminuta.

Suspiré asintiendo, porque sabía que ella tenía toda la razón.

—¿Ya estudiaste los compuestos de la lista?

—No.

—¿Quieres que lo hagamos juntas?, esta noche puedo explicarte un poco la estructura y mañana podemos estudiar los elementos que los componen.

—Esta noche no puedo, habrá una fiesta en casa de Charlie.

—Ya veo.

—¿Hace cuánto no sales a divertirte un poco?

—No voy a ir contigo a esa fiesta.

—Ni siquiera iba a pedirte que fueras. — soltó un bufido caprichoso, esos mismos que soltaba cuando sus padres no complacían lo que ella les pedía.

—Estoy casi segura de que ibas a pedirme que te acompañara para ayudarte con algún chico que acabas de conocer hace dos días y sabes que irá a la fiesta que tu ex organizo, para así poder demostrarle de lo que se está perdiendo.

—¡Pero esta vez va a funcionar! Ya lo he planeado todo. Mira, si él no me invita a salir, voy a invitarlo yo.

—¿Por qué harías algo como eso?, que yo recuerde, no estábamos tan sedientas de venganza la última vez que te ayudé.

—No es por eso. Es una forma de mostrar que soy tan capaz de dar el primer paso, como cualquier chico.

—¿Piensas que eso va a gustarle?, no sé si eres consciente de que acabas de compararte con los chicos. Hombres, el sexo contrario al nuestro.

—Debería. No cualquier chica va a ofrecerle salir, mucho menos una tan guapa como yo, y no le veo tanta gravedad al asunto, no como tú lo haces ver, Ath.

—Me parece ridículo.

—Tú eres muy anticuada, digo, estas esperando que tu príncipe azul se meta por la ventana de tu habitación y te lleve con él, ya no tienes cinco años y los tiempos cambian conforme vamos avanzando.

—Los tiempos pueden cambiar, mis ideas seguirán siendo las mismas. ¿Por qué quieres demostrar que puedes igualarte a las acciones de un hombre?

—Porque la sociedad les ha impuesto esas tareas, pero eso no quiere decir que sea una regla o algo por el estilo. Además, quiero salir con él y creo firmemente en la idea de que nosotras podemos dar el primer paso.

—Solo tengo una pequeña duda — asintió, otorgándome la palabra —. ¿por qué lo harás justamente en la fiesta de tu ex?

—Bueno, tal vez, solo tal vez, vaya a aprovecharme un poco de las coincidencias de la vida para ver cómo se queda cuando se dé cuenta que no estoy lloriqueando en mi cama, como él tanto alardea.

Solté una carcajada inmensa. Ella me miro unos segundos y luego se unió a mí.
Theresa no era la persona más lista en muchas cosas, pero siempre había sido hábil para dejar en su lugar a las personas, igual que para conseguir rebajas en las tiendas de primera mano, incluso para sacarles dinero extra a sus padres o hacer que los chicos le chiflen cuando lleva un vestido nuevo, y era algo que me gustaba mucho de su personalidad. Además de que contaba con un gran sentido del humor y un positivismo que nadie podría igualarle, en la vida.

~

Encendí la lámpara que se encontraba a un costado de mi cama, sobre el pequeño mueble de madera pulida, y me senté a un lado, para así poder leer en la oscura madrugada.

Tomé un bolígrafo y lo apreté bien con los dedos, anotando en la parte superior de la hoja: » Primer día «.

Sabía que el Sr. Garner nos pediría anotaciones sobre nuestra emocionante experiencia en el hospital para gente con desórdenes mentales.

Generalmente las personas optan por llamarles enfermos mentales, locos, dementes sin causa, e incluso conocía a individuos que se atrevían a llamarlos monstruos. Yo jamás consideré correcto o agradable todos esos apodos. Siempre había tenido claro en mi mente que no todos nacemos totalmente sanos, no todos pasamos nuestra vida entera siendo personas sanas, no somos inmunes a las enfermedades o los desperfectos de salud.
Es bien sabido, que existen personas con problemas a la hora de comer, y a eso se le denomina como trastorno alimenticio/alimentario. Sí, habrá quien juzgue por tener esta clase de problemas, pero es algo que la sociedad sabe aceptar y es más respetado. Como hay gente con problemas para comer, para socializar, para estudiar, para enfrentar los virus como la gripe, considero que una persona que no tuvo el privilegio de tener su mente 100% a control suyo, no es un monstruo.

Por otro lado, los términos como enfermo mental, dejan de ser muy sanos por el mal uso que se les dio, haciendo que me sintiese incómoda al usarlo, y es que a un ser humano no se le debe juzgar por sus problemas, porque a veces la gente loca, es quien menos señala con el dedo y juzga.

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