Eres mío, sólo mío

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Queridas y queridos amigos, gracias por esperar y por todos sus votos y comentarios de ánimo. Espero que les guste el nuevo capítulo, con la romántica canción de Axel, perfecta para describir lo que sienten estos dos.

A la mañana siguiente Erika despertó un poco sobresaltada, se sentía muy feliz, pero sabía que algo empañaba su completa felicidad. Se dio vuelta en la cama esperando ver el rostro del hombre de su vida, sin embargo a su lado no había nadie. Se sentó rápidamente, tratando de entender lo que pasaba, ¿será real?¿ O habrá sido un sueño? ¡No, no, no! Esto no puede ser un sueño…fue… tan real, tenía que ser verdad. Aunque… alguna vez su mente le pasó una mala jugada… ese sueño… fue tan real… ¡tan real como lo de anoche! ¡NO!

Erika se levantó y fue a buscarlo al baño, abrió la puerta y… nada… la casa estaba en silencio. Se tomó la cabeza con las manos, realmente se había vuelto loca, era tal su amor hacia Alejandro que creía que hacía el amor con él, sacudió la cabeza y fue hacia la cocina, unas lágrimas ya asomaban de sus ojos cuando la visión que tuvo al llegar a la cocina la dejó con la boca abierta.  Alejandro vestido sólo con los pantalones y el torso desnudo, de espaldas a ella, pelando una manzana, preparando el desayuno.

Definitivamente no tenía palabras para describir a ese hombre tan apuesto, pues una cosa era haber estado con él en la noche (ahora estaba segura) y otra era verlo a plena luz del día, semidesnudo y con sus músculos tonificados. Ella estaba segura que no era de esos tipos que pasaban en el gimnasio así es que seguramente la naturaleza lo bendijo muy bien. Decidida a pasar desapercibida se acercó lentamente y mientras lo hacía pensó que ella no era tan buena para él. Su físico no era el mismo de antes y si él era un monumento a la salud y a la perfección ella era un homenaje a como se puede destrozar el cuerpo en sólo unos meses, estaba tan delgada que no sabía cómo había llegado a ese extremo.

Pensando en sus diferencias, avanzó cada vez con menos confianza, hasta que no pudo más al tener esos hermosos ojos azules puestos en ella.  Alejandro la miraba con tanto amor que la hacía sentir como una reina, Erika vestía una camiseta vieja y nada más, apenas cubría su ropa interior.

-Estás preciosa – la abrazó, apretándola contra su torso desnudo.

Erika, que todavía no se acostumbraba a sentirlo bajo sus brazos, sintió unas cosquillas que la recorrieron por completo, sentir las fuertes manos de su amor era una maravilla. Suavemente él acariciaba la piel desnuda de ella, poco a poco las tiernas caricias se transformaron en un loco abrazo que no dejaba espacio para respirar. Alejandro besó su boca salvajemente y ella respondió de igual forma.

-Te amo –susurró a su oído.

Erika se sentía en las nubes ¿será así el cielo? Porque ella estaba segura de que no podría ser más feliz en la vida.

-Yo también te amo –dijo sintiendo sus manos deleitándose con su cuerpo- pero…

-Pero qué –dijo él concentrado en su tarea, besando su cuello suavemente.

Erika puso sus manos en su pecho y se separó levemente, había algo que opacaba su felicidad, no todo era perfecto. Alejandro ya no era un hombre libre y en esos momentos ella era la “otra” aunque le costara aceptarlo.

-Eres casado – dijo con voz triste, mirándolo a los ojos, resignada –sí, resulta que me he acostado con un hombre casado – repitió más para ella que para él, sacudió la cabeza – no me lo puedo creer…

-Erika… -puso sus manos sobre los hombros de ella- tú eres mi todo, yo… jamás debí casarme por compromiso ¡nunca! Erika mi amor –decía buscando su mirada, desesperado – ese fue el error más grande que cometí en mi vida, el primero fue dejarte partir … Erika mírame por favor… – habló apenas, tratando de poner todos sus sentimientos en lo que quería decir- Te amo, eres lo más importante para mí, la más hermosa, la más inteligente – hablaba despacio, saboreando las palabras, mientras con sus manos sostenía la cara de Erika- la mejor para mí, lo mejor que me ha pasado en la vida… mi felicidad…-besó sus labios suavemente- que nadie te diga o intente hacer creer lo contrario, yo… te amo tanto que siento que si me alejan de ti nuevamente morirá para siempre una parte de mí –besó sus ojos cerrados, sus mejillas por donde caían lágrimas que ella no podía parar- te amo y te quiero no por tu cuerpo, sino por lo que hay aquí dentro - besó su pecho- me has embrujado mujer, me has hechizado y no quiero encontrar la fórmula para romper el encanto – y dicho esto la abrazó con toda la ternura que era capaz, acunándola, dejando que llorara para que saliera toda la amargura que había acumulado durante tanto tiempo. Ella estaba distinta, él lo había notado, se notaba su tristeza, quería saber que era lo que la tenía en ese estado (tanto física como mentalmente) pero ese no era el  momento, ya tendrían tiempo para hablar después.

Pasado un rato, cuando Erika por fin se calmó, Alejandro la soltó con una mirada de determinación marcada en su rostro. Se acercó a su celular mientras atentamente lo observaba Erika.

-¿Ves esto? –Preguntó mostrando su teléfono- no existe más – lo apagó y lanzó a un lugar identificable. Sonrió mostrando sus hermosos dientes. Luego se acercó despacio a la puerta de entrada, cerró con llave y la levantó ante los ojos de Erika - ¿ves esto? –Preguntó nuevamente, la sonrisa llegando a su mirada- no existe más – y la guardó en los bolsillos de su pantalón –Ahora tú- dijo acercándose a ella que lo miraba fascinada.

Erika se acercó a su teléfono e imitando a Alejandro, lo apagó y lo lanzó lejos entre los sillones y sin quitar la vista de esos ojos azules de su ángel avanzó hasta quedar a un milímetro de distancia, sintiendo su respiración cada vez más acelerada. Erika tomó su mano izquierda y besó su palma, notando como se aceleraba el pulso de Alejandro quien no podía dejar de mirarla embobado. Con suavidad entrelazó sus dedos hasta tener la mano de él frente a sus ojos, Alejandro comprendió, faltaba algo.

-¿Ves esto? – dijo ella tomando su dedo, deslizando en anillo matrimonial que todavía estaba en la mano de Alejandro – por este fin de semana… no existe más… - y lo dejó en un cajón en la cocina, se dio vuelta y enlazó sus brazos alrededor de su cuello, él la atrajo hacia su cuerpo.- Eres mío y de nadie más –dijo apretándose a su cuerpo aun más- sólo mío. Aunque sólo sea por el fin de semana, déjame soñar que jamás te casaste y te entregaste a otra, que soy la única en tu vida.

-Eres la única en mi vida, no es necesario que lo sueñes, soy todo tuyo, por este fin de semana y por toda la vida – dijo apretándola y besándola con locura, desesperado por tenerla por estar con ella y ser parte de ella. La tomó por las nalgas y la llevó hacia la cama, dejándola suavemente.

Erika lo veía y aunque sabía que era verdad, no podía creer que realmente estaba pasando. Sólo existían ella y él, por este fin de semana, podía jugar a que era la única mujer en su vida. Sabía que hacía el papel de amante, pero… ¡Dios mío, tantas veces juzgué y ahora soy yo quien se mete en medio de una relación, perdóname,  pero no puedo dejarlo! ¡No quiero dejarlo!

-Te amo – escuchó en su oído, una palabra que sabía a miel.

-Te amo – repitió de corazón.

Y teniendo la certeza de su amor por Alejandro, se entregó a él, dejando su corazón en sus manos, olvidándose de todo, pues estando junto a su ángel ya nada más importaba…

Mi mejor amigo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora