La vida trae sorpresas

20.2K 715 214
                                    

Hola a todos, muchas gracias por cada uno de sus votos y comentarios, los leo todos aunque no he tenido tiempo de responderlos. Bueno acá los dejó con otro capítulo de esta hermosa historia, además de una canción realmente linda "THE STORY" por Brandi Carlile, espero que la disfruten junto con el capítulo, la letra es muy buena.

Era domingo en la mañana cuando Esteban estaba recién llegando al hogar que compartía con Erika. El día viernes había telefoneado avisando que tenía una junta importantísima a la cual no podía faltar, era una pequeña mentira que estaba seguro Erika se tragaría, luego había cortado y se dispuso a disfrutar el fin de semana con una joven ingeniera que había conocido hace poco, no era nada serio, pero… no podía negar que era exquisita, tal como a él le gustaban, tal como era su amor…hace ya tanto…

Estacionó el auto en el garaje, se revisó por última vez en el espejo retrovisor en busca de señales que lo delataran, aunque estaba claro que su cara lo delataría al segundo, pues la sonrisa no se le borraba de la cara. ¿Estaría dormida aún? Erika… su mujer… Esteban la quería, a su manera y aunque ahora no estuviera como a él le encantaba jamás la dejaría, pues ella era suya y por ninguna mujer la cambiaría, en eso no estaba incluida la fidelidad, por supuesto, eso era otra cosa.

Sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, lo envolvió el silencio, debe estar durmiendo, pensó. Despacio, para no hacer ningún ruido, se acercó al dormitorio, mas su sorpresa fue mayúscula al encontrar la cama intacta y nadie dentro, su corazón comenzó a latir acelerado, debe ser una broma, pensó y comenzó a buscarla por toda la gran casa, sin embargo esa tranquilidad se fue transformando en pánico cuando no la encontró por ningún lado. Desesperado volvió al dormitorio, no creía, ¡esto no podía estar pasando!, una y otra vez se pasó las manos por la cabeza, como si ese sólo hecho pudiese hacer aparecer a Erika. Se sentó en el borde de la cama para tratar de ordenar sus pensamientos, esto no podía estar pasando, se repetía una y otra vez. Erika no estaba, ¿dónde se habría ido? seguramente salió a conocer la ciudad, desobedeciéndole. Sin embargo, las pocas esperanzas de encontrarla se desvanecieron totalmente al encontrar una hoja de papel sobre el televisor del dormitorio. Lentamente se levantó de la cama y con mano insegura desdobló la hoja, una carta dirigida a Esteban…

Pensaste que jamás te dejaría verdad, no creíste lo que dije en tu cara el otro día… sin embargo era la única verdad que tenía, volvería a mi país con mi familia, con la gente que me quiere realmente, pues ahora que no estás y puedo pensar claramente me doy cuenta de que nunca me quisiste y si alguna vez me amaste eso fue hace mucho tiempo. Espero que cuando encuentres esta carta yo haya logrado encontrar el verdadero amor en mi país, pues…te confieso algo…yo tampoco te amo, incluso con el tiempo he llegado a temerte un poco. ¿Te has fijado en mi cuerpo? Así es como me siento junto a ti, fea, horrible. Los días vividos en este país han sido los peores de mi vida, al venirme a vivir acá pensé que cambiarías, pero no, sigues igual o incluso peor. Sé que me engañas con cuanta mujer se te cruza por el camino, pero no es tu culpa, es mía pues yo sabía eso de ti e igual acepté estar contigo.

Te dejé, eso está claro y ¿el motivo? NO TE AMO, así de simple…

Por lo felices que alguna vez fuimos, te deseo lo mejor, ojalá encuentres a tu verdadero amor que obviamente no soy yo.

Erika.

La carta resbaló de sus manos y un grito desgarrador quebró el silencio. Esteban el ganador, el que conseguía todo lo que quería, quien tenía a todas las mujeres que le daba la gana, el macho…perdía así sin más a la mujer que alguna vez quiso más que a todo. Su orgullo herido podía mucho más que su razón. Desesperado si poder creer lo que había leído abrió el armario… no estaba… la ropa de Erika simplemente desapareció junto a su dueña. ¡No, no, no! No me puede estar pasando esto a mí, ¡No! Rápidamente salió de la casa y subió al auto, no sabía lo que hacía sólo conducía a una velocidad endemoniada, pasaba los cambios uno tras otro, en su mente no tenía contemplado frenar, pasó una luz roja a toda velocidad, corría sin destino, cegado por la ira que se transformó en lágrimas que terminaron por nublar su visión haciendo que el auto diera de lleno contra un árbol. Su cabeza chocó contra el volante, pero sus manos estaban tan aferradas a este que no alcanzó a salir volando, se salvó por poco, el auto se deformó en el frente, pero no fue nada comparado con la velocidad que llevaba.

Mi mejor amigo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora