Hay ocasiones en la vida, donde ansiamos algo con tantas fuerzas que es casi imposible dejar de buscar la forma de obtenerlo, pero ¿qué ocurre cuando eso, que tanto buscamos y anhelamos llega en un momento no indicado? Pues ocurre que nos descoloca, y así justamente me sentía yo, totalmente descolocada, perdida, no sentía nada frente a esa declaración, frente a ese "te amo", un mes atrás hubiera significado tanto, pero ahora, sentía que lo decía solo por esconder la culpabilidad por sus acciones. Gonzalo siempre fue consciente del poder que tenía sobre mí y sabía lo que me provocaba cada una de las cosas que hacía. Tal vez, yo tuve la culpa en gran parte de la historia de ese trato y de que el nunca valorara lo que yo hacía o sentía por él. Capaz les estoy diciendo el final o adelantando a donde va esta historia pero, desde mis preámbulos les aclare que tipo de relación era la que llevé con Gonzalo, por eso no veo problemas en decir eso. Volviendo a lo que decía, Gonzalo siempre estuvo muy consciente de sus acciones y sabía que yo sufría con esto, pero nunca le dio importancia. Para Gonzalo yo siempre fui una especie de "juego" o así se siente viendo la historia desde este punto tan avanzado. Parece mentira que siendo yo, un poco mayor que él, aún podía ser totalmente dominable frente a sus desafíos. Pero admitiré algo que hasta el día de hoy no me atrevia a decir; aceptaba esos tratos, ese amor a medias, esa dosis diaria de cariño y desprecio solo porque no queria estar sola, no queria perder a la unica persona de la que podria decir me habia enamorado y habia significado tanto para mi..
Luego de aquella conversacion con Gonzalo, terminamos discutiendo..
Agustina 00:09 : que buen chiste
Gonzalo Ordoñez 00:10 : ¿no me crees?
Agustina 00:11 :no...
Gonzalo Ordoñez 00:15 : por?
Agustina 00:19 : Porque no me amas.Tu solo quieres jugar conmigo, nunca me querras, nunca me amaras de la forma en la que yo te amo a ti, porque tu eres lo unico en lo que pienso en las mañanas, las tardes y noches, solo hablo contigo, toda mi vida gira entorno en como estoy contigo.Si estamos bien, mi vida anda bien, soy feliz, pero cuando no, todo me sale mal, el malhumor se apropia de mi y no quiero vivir asi, no quiero sentir que soy una opcion entre miles, yo solo quiero que seas para mi, no me atrevo a compartirte, y en todos los casos siempre terminare siendo la segunda opcion.
Gonzalo Ordoñez 00:20 : ¿Lo dices por Virginia?
Agustina 00:22 : si...
Gonzalo Ordoñez: relájate.
A eso se resumió la explicación que esperaba, a un "relajate" que entre líneas decía "no me jodas". Esa madrugada me fui a dormir llorando, como era de costumbre desde que las cosas con Gonzalo comenzaron a ir mal. Abrazada a mi almohada, dejando que todo saliera, llorando, gritando, suplicando en silencio que quería que se quedara, que lo odiaba, que lo amaba. Cuán imbécil te pone el amor ¿no?
A la mañana siguiente, desperté sin ojos; habia llorado tanto que se hincharon y era imposible disimularlo, todos en mi casa, en la calle notaban que pase la noche llorando muchisimo. A mi mamá siempre me fue fácil esconder como me sentía. Si me veia llorar, inventaba que habia tenido una gran discusion con Pato o con Rose, y esta se conformaba con tan poco. Mi mamá y yo, previo a todo esto, habíamos tenido una gran relación madre-hija, siempre confie en ella por encima de todas las cosas, era mi confidente; pero con todo lo de Gonzalo preferí callarlo, porque sabia su opinión y era preferible ahorrarla.
Pasaron los días y si, no volvi a hablar con Gonzalo. Cruzabamos miradas en el colegio, pero nunca nos atrevimos a buscarnos el uno al otro, hasta ese 23 de Junio...
Estaba desayunando en una de las mesas apartadas del colegio, estaba con Rose, Pato, Lulu (una compañera con la que recientemente comencé compartir en los recreos), mientras comíamos, conversábamos sobre temas random, nunca éramos coherentes en nada de lo que hablábamos, puesto que había ocasiones en las que empezábamos hablando de cachorros, por ejemplo, y terminamos hablando sobre si había vida en Marte, así de extrañas éramos y eran nuestras conversaciones. Mis amigas siempre estaban enteradas de las últimas noticias sobre Gonzalo, pero para evitar que yo inundara el colegio de tanto llorar, intentaban no tocar el tema. Esa mañana, sentada en aquella mesa alguien llego por detrás de mí, posó sus manos en mis ojos y con una voz aguda susurro a mi oído un "¿quién soy'". No pude no estremecerme, esa voz estaba tatuada en mi piel, yo sabía perfectamente quién estaba detrás. Su perfume me envolvió, sus manos grandes y suaves acariciaban mis mejillas mientras aún tapaban mis ojos. Lleve mis manos hacia las de él, y las aparte con mucha delicadeza, me levanté y me voltee hacia él. El gesto de Gonzalo y de mis amigas era una sonrisa sincera, como si la conversación de aquella noche no hubiese pasado, como si su historia con Virginia no fuese real, ahi estaba él sonriéndome con tanto cariño que no pude evitar lanzarme a sus brazos y quedarme atrapada en un gran abrazo que estaba deseando desde que todo comenzó a ir mal.
Gonzalo pasaba una mano por mi cabello lentamente, mientras la otra reposaba en la parte baja de mi espalda y me juntaba un poco más cerca de él; en aquel momento me olvide de todo; de las edades, de Virginia, del tiempo que habíamos estado separados, de todo... Solo existíamos él y yo. Comencé a llorar, no pude evitarlo. No queria llorar y menos, quería que Gonzalo me viera llorar, pero ahi estaba, sujetada a su cuello soltando más lágrimas que Maria Magdalena.
-Basta ya, odio verte llorar.- dijo Gonzalo cuando posaba ambos brazos sobre mi y volvía el abrazo mas fuerte.
- No puedo evitarlo Gonza, no puedo dejar de sentirme tan miserable.- sollocé.
-Comienza a ser fuerte mi niña, porque no voy a estar siempre.- Dijo besándome a la frente y sonriendome. Sonreí de vuelta y le regale un pequeño beso, corto, para no ocasionarnos problemas a ninguno de los dos..
"Porque no voy a estar siempre" ¿Que quiso decir? ¿que solo con él era fuerte? o ¿que solo mientras él estaba yo pretendía ser fuerte? No sé, nunca pude descifrarlo, porque incluso hoy pienso que lo conozco, pero no, cada vez se menos de él.
Esa mañana, cuando terminaron mis clases, volvió a llevarme a casa, como lo hacía al principio, tomaba de mi mano, y la sujetaba fuerte, como si no quisiera soltarme. Llegamos a la puerta, nos despedimos, pero antes de dejarlo irse, algo quería hacer y ese día era el indicado...
ESTÁS LEYENDO
¿Puedo llamarte amor?
Romance¿Puedo llamarte amor? es la historia sobre un amor que fue y que ya no es. Muestra la otra perspectiva de las relaciones amorosas. La parte que tal vez, muchos no se atreven a revelar. La verdad es que, personalmente, tampoco suelo hablar muchisimo...