Juntos otra vez

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No tengo mucha noción de la edad que tienen las personas que leen estas locuras que escribo, pero advierto con anticipación que luego de esta parte de la historia, y  en exactitud esta parte, contiene algunas cosas que yo considero subidas de tono (no es tampoco cincuenta sombras de Grey, pero bueh, entienden). Siempre quise contar lo que viví junto a Gonzalo con puntos y comas, no quisiera ahorrarme algunos detalles  porque siento que son resaltantes durante el transcurso del relato... Continuemos.

En la puerta de mi casa, cuando recien me despedía de Gonzalo, ideas variadas surgieron por mi cabeza. Desde meses atras no habia tenido un momento con él, ni un beso, nada; y ese día podría ser el indicado. Mi casa estaba sola, puesto que mi mamá no llegaba de trabajar hasta después del mediodía y sabía que tardaría un poco más ese día. Invite a Gonzalo a pasar hasta mi habitación...

Por mi cabeza pasaban mil y un ideas, y estaba nerviosa a un nivel que nunca comprenderán (o tal vez si, pero ¿quien sabe?) El punto es que, estaba muerta de nervios pero, estaba segura en lo que estaba haciendo. Entramos a mi habitación, el frío me atrapó al momento que cerré la puerta. Gonzalo tomó dos minutos para recorrer mi habitación, miraba todo detalladamente como si quisiese recordar cada detalle, tomaba mis osos de peluche (¿por que no se me ocurrió esconder mis muñecas y peluches? tragame tierra). Cada paso que dio en mi habitación, lo dio con seguridad, pero a Gonzalo se le notaba hasta por los poros que estaba igual o más nervioso que yo. 

-¿No tendrás problemas si alguien me encuentra aquí?- su voz temblorosa interrumpió el silencio que nos acompañaba hacía ya varias horas. 

-Supongo que... -trague saliva, ¡los nervios se apoderaban de mi!- supongo que si mi mamá llega se armaría un gran problema, pero no estamos haciendo nada malo, ¿no?- concluí

Una sonrisa pícara se escapó de sus labios. No pude evitar sonrojarme, ¡¡¿PORQUE ME GUSTABA TANTO?!!

Gonzalo se acercó a mi, me tomo de la cintura y me empujo hacia una pared. Con una mano en mi cintura y la otra en la pared, comenzó a besarme como nunca antes lo había hecho. Me besaba con una intensidad que recuerdo y me estremezco. Sentía una electricidad recorrerme el cuerpo, no sabía si era el momento o el terror de que alguien entrase lo que me hacía sentirme asi. Gonzalo se mostraba confiado, los nervios que lo atrapaban antes de pronto habían desaparecido. Luego de besarme por un rato largo, se separó y a mis labios susurro: -Me gustas tanto. Me encantas Agustina, me vuelves loco.- su voz era agitada, mantenía sus ojos cerrados, solo repetía lo mucho que yo le gustaba. En un par de segundos llevo sus manos hasta mis pompis (usaría otra palabra, pero no quiero exceder), las sujetó con fuerza y me levanto con una rapidez deliciosa. Me tenía totalmente presa contra la pared, sus manos en la parte baja de mi espalda, su cuerpo totalmente pegado al mío, besaba mi cuello, me acariciaba, me enloquecía. La electricidad regreso a mi. Comencé a tener una sensación extraña, mi respiración se entrecortaba, y mis uñas comenzaron a clavarse en su espalda, tiraba de su cabello. Gonzalo me excitaba. Nunca había experimentado esa sensación hasta ese día, nunca había tenido un momento íntimo con un hombre (ni con nadie, ojo). Mis piernas se envolvieron en su cuerpo, y en ese momento, me retiro de la pared. No se de donde sacó tanta fuerza (no es que yo sea un tanque, porque nada de eso, pero siendo tan delgado...). Me llevo cargada hasta la cama, donde me recostó con delicadeza. Se colocó encima de mí y continuó besándome con la misma pasión e intensidad que antes; me besaba el cuello, los brazos, toda la cara. Sus manos paseaban desde mis pantorrillas hasta los muslos. La falda se me subió hasta el pecho y lo digo de forma literal, esto le causo risa, se detuvo y se acostó a mi lado. Nuestras respiraciones era lo único que se escuchaba aquel dia en mi habitación. Gonzalo era insaciable, luego de ese descanso, volvió por más. Esta vez no se acostó del todo, solo apoyaba la parte baja sobre mi. Podía sentir con total claridad lo que tanta acción había causado sobre él, y me dio risa y un poco más de excitación. Lleve mis manos hasta ESA parte y lo toqué, con una confianza que no se de donde saque, solía ser reservada y de pronto no había pudor alguno en mi. Gonzalo me miraba fijamente mientras yo mantenía mis manos ahí, y sonreía de una manera que me colocaba peor, me excitaba que me mirara así, como diciendo "es tuyo, solo toca".Volvió a acostarse a mi lado, nos volvimos a besar y luego lo acompañe hasta la puerta. 

-Te quiero, ¿sabes?- le dije cuando lo abracé para despedirme.

-Te amo mi niña- dijo sin dudar

-Yo tambien te amo- y le sonreí a diente completo. 

-¿Te puedo pedir un favor?- me dijo cuando ya se había alejado de la puerta de mi casa 

-El que quieras..-

-Olvídate de Virginia. A mi no me importa nadie más que tu.

Asentí. Lo vi alejarse, tambaleándose de lado a lado como siempre le gustaba caminar. Regrese hasta mi habitación, me tiré en la cama y deje salir un gran suspiro. Unos minutos después me encontré riéndome a carcajadas. "El que se rie solo, de sus picardias se acuerda" ¡Cuanta razón tienes mamá! 


¿Puedo llamarte amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora