Tuya

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Hay amores dañinos y amores que se recuerdan toda una eternidad. Hay amores que ayudan a crecer y hay otros que nos detienen en el tiempo. Hay amores obsesivos y amores frívolos. Hay amores de todo tipo y yo los tuve todos con una sola persona.

Gonzalo siguió su vida de igual modo, no cambio nada nuestra ruptura. Su relación con Griselda parecía ir bien, ambos se veían bastante unidos, enamorados, una pareja ejemplar; nadie hubiese pensando nunca que había sido el resultado de una infidelidad. Adrián desapareció del mapa, no supe de él hasta casi dos o tres meses del incidente con Gonzalo. Más allá de todo, mis sentimientos no cambiaron, siguieron siendo los mismos hacia Gonzalo, no deje de amarlo, no deje de cuidarlo, no deje nunca de sentir que era el hombre de mi vida; yo era suya, era de su propiedad y eso no iba a cambiar tan fácil. A veces cuando me sentaba en los recreos a observar el patio, sentía la mirada de Gonzalo sobre mi. Muchas veces tuvimos encuentros repentinos, como al salir de un aula y toparnos de frente o encontrarnos mientras ambos comprábamos para desayunar. Gonzalo muchas veces intento hacer lo posible por saludarme, pero mi indiferencia lo detenía; simplemente me dedicaba una sonrisa que yo no respondía...
Un día, estaba sola sentada en un pequeño parque del colegio, alejada de todo y de todos, escuchaba música como era costumbre y observaba las palomas que se acercaban a comer las migajas del piso. Mientras en mis audífonos sonaba a todo volumen Redemption song, la canción que acompaño mi primera vez con Gonzalo, las lagrimas amenazaban por salir y un nudo en la garganta me ahogaba. Intente llorar, pero no pude, llevaba bastante tiempo que no lloraba y tal vez era el momento, pero no lo hacia. Alguien se sentó a mi lado, manteniendo distancia pero a mi lado. Observándome fijamente, detallando mi rostro, mis manos, mi posición. Gire la cabeza para mirarlo de frente y Gonzalo se acercó más a mi, quitándome un audífono para compartirlo conmigo. Sentados juntos escuchando la que una vez fue nuestra canción, cantando vagamente, con su cabeza apoyada en mi hombro y su mano sosteniendo la mía. Por un momento recordé lo lindo de haber estado juntos y por eso me permití disfrutar el que podría ser nuestro último encuentro. Ninguno de los dos dijo palabra mientras duro la canción, solo nos entregamos al ritmo relajante del reggae. Mi piel se erizaba tan solo por tenerlo tan cerca, mi corazón latía fuertemente y el de Gonzalo también. Sus manos sudaban (o tal vez eran las mías, los nervios nos podían). Con sus dedos acariciaba mis cicatrices, las recorría y detallaba, parecía contarlas y sentirlas, parecía recordar cuando había hecho cada una de ellas...

-¿Como has estado?- preguntó de pronto, devolviéndome mis audífonos y tomando de nuevo su posición.
-Excelente, ¿tu como estas?- le respondí firmemente (Estaba mintiéndome a mi, no a él)
-Bien, relativamente...- me beso en la mejilla
No pude evitar sonrojarme. Sentí de pronto que éramos de nuevo dos extraños que recién se conocían, que recién tenían un encuentro. Nos mirábamos, mucho, fijamente el uno al otro. Nos sonreíamos sinceramente, mostrando el amor que nos envolvía, ese amor que sentí en algún punto que se había acabado. Lo abracé fuerte, como era mi costumbre.
-Gracias.- dije antes de levantarme para retirarme hacia mi curso.
-¿Gracias por que Agus?- me dijo Gonzalo con una ligera sonrisa
-Por haber sido parte de mi vida. Por enseñarme a amar, por dejarme amarte. Gracias por dejar que me conociera a mi misma. Gracias por haberme hecho sentir una inútil y gracias por demostrarme que lo era. Me diste fuerza para descubrir que soy mucho mas de lo que pensé que era. Soy tuya, es cierto y siempre lo fue, pero nunca basto y es mejor así- le sonreí y me aleje. No voltee le mirada, camine en línea recta. No baje la cabeza, no llore, no me sentí mal. Por un momento sentí que había hecho mucho, que había hecho lo correcto.

Llegue al aula de clases donde me esperaban mis amigas, quienes me abrazaron fuertemente. Me senté con Rose a conversar sobre la vida, sobre cualquier tema y como cosa rara, terminamos hablando de Gonzalo.
-Debo contarte algo Agus...- Rose era una amiga muy sincera, su mirada hablaba por ella, lo que me iba a contar me haría analizar todo otra vez. -Los días que no viviste al colegio, nos hiciste mucha falta, no era lo mismo sin ti.- Rose sonrió y me tomo la mano; respondi con otra sonrisa..-bueno, uno de esos días fui hasta la cafetería y me encontré con Gonzalo, hablamos un poco...
Mi garganta se cerraba, tenía miedo de lo que Rose fuese a decirme.
-¿Hablaron de mi?- pregunté nerviosa
-Así es Agus... Gonzalo me pregunto por ti, como estabas y porque no habías venido al colegio,- me sorprende que Gonzalo haya notado mi ausencia, -le dije de tu gripe y entendió. Luego comenzamos a bromear, ya sabes como es, burlándonos de todos. De pronto volvió a colocarse serio y me dijo que te extraña Agus, sus ojos se llenaron de lagrimas y miraba el techo del cafetín para disimular que quería llorar.
No pude evitar sonreír frente aquella anécdota; incluso hoy en día lo recuerdo o lo hablo con Rose y sigue produciéndome una sensación tan linda... Aquel día entendí algo. Gonzalo era (y es) muy igual a mi. Es complejo e indescifrable. Solo él sabe como se siente y solo él sabe lo que ha de mostrarle al mundo. Al enterarme que me había engañado con Griselda y que me había dejado por ella, sentí que todo había sido en vano. Juré que nunca me había amado como decía hacerlo y juré nunca perdonarlo. Gonzalo me quiso, a su manera, pero me quiso. Tal vez al final, nos habíamos envuelto en una rutina que lo cansó o tal vez no era yo la persona para él, o viceversa; la cuestión es qué aquel día entendí que no servia de nada aferrarme al dolor del abandono, que todo lo que paso entre él y yo fue un aprendizaje y que todo fue como tuvo que ser.


¿Puedo llamarte amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora