Un suceso inesperado

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                                                                                   No esperaba que todo pasara en un mismo día...

                                                                                                                                           A.C (Diario)

Esa mañana, Alberto me llevó al liceo. Raúl, no apareció en la escuela. Me preocupé no podía negarlo. Así que le marqué un par de veces a su celular antes de entrar a la primera hora de clases, pero no respondió.

––Vamos, Raúl. No me hagas ir ––murmuré una suplica.

Guardé mi celular, dentro del bolso y continué hasta clases. Sentí un leve hormigueo recorrer mi nuca y no hubo falta preguntar porqué. Lo sabía, alguien estaba observándome. Me giré para verificar si había alguien conocido, no había nadie. Sentí de nuevo aquella sensación díscola retorciéndose en mi estómago, como un mal presagio.

Respiré para amainar aquel pesar repentino de angustia que acabó invadiéndome. Decidí continuar, cuando el sonido de una corneta de auto me sobresaltó, un golpe seco y de pronto, todos estaban corriendo en dirección a la salida del estacionamiento, el barullo y los gritos se hicieron rápidamente dueños del ambiente.

No me había fijado porqué estaba respirando tan irregular, aún parecía anclada en el mismo lugar, con aquella sensación ya siendo un presagio confirmado, algo malo arrastró el viento aquella mañana.

––¡Alessandra! ––Leivic, me llamaba pero no podía responder. Un dolor punzante se arraigó en mi pecho.

––¿Estás bien? ––Jason, me tomó del brazo y aunque lo miraba y todo fluía rápido, lo percibía a cámara lenta, sus ojos negro azabache, mirándome muy abiertos.

––Jason... es la amiga suya ––una voz que no logré reconocer, se hizo oír por encima de los gritos y murmullos de asombro.

––Kelyn ––Leivic, dijo con un murmullo.

¡Oh, por Dios! Estaba aterrada y petrificada en el lugar.

Soy llevada no sé si por Leivic o por Jason, pero alguien me lleva de la mano, como podemos nos abrimos paso entre la multitud. El director y varios profesores llegan raudamente hasta el punto central de la conmoción. Pero son mis ojos los que no pueden creer la escena.

––¡Kelyn! ––grité de susto.

Mi primer impulso es salir corriendo hasta donde está mi amiga, pero el director ya ha establecido un perímetro para que nadie se acerque.

––¡Una ambulancia! ––murmuré. Busqué a tientas mi teléfono que hacía minutos guardé en el bolsillo de mi pantalón, para llamar.

––Yo lo hago... ––Jason, lo arrancó de mi mano y se alejó de la bulla para hablar.

No podía apartar la vista de mi amiga, que yacía inconsciente sobre el pavimento a la entrada del estacionamiento, su moto estaba prácticamente debajo de la camioneta que al parecer la atropelló. Trae su casco, eso me dio aliento, su pantalón estaba algo rasgado a la altura de la rodilla y su pie tenía una extraña posición, que indicaba que se había roto, se me revolvió el estómago y comencé a sentir un vapor ascender de mis pies hasta mi rostro. Tenía de repente mucho calor y estaba mareada, por lo que me senté rápidamente en el piso, de manera que si me desmayaba no caería de boca en el pavimento.

––Esto no puede estar pasando ––Leivic, dijo con la voz queda.

––¡Estoy dormida, aun! ––Mi voz no se oía clara, estaba hiperventilando o estaba por desvanecerme, porque mis oídos comenzaron a zumbar ensordecedoramente––, no te desmayes. ¡No te desmayes!

Hijos del Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora