Y en algún momento, nos convertimos en aire... flotamos en el espacio y no golpeamos con nada, somos libres cuando admitimos lo que sentimos.
Mi diario: A.C
Las sombras
¿Qué somos?
Aire, durante el beso, sentí que era como aire, no pesaba, no tenía forma, flotaba libre y eso no me asustaba.
Regresamos a la fiesta, en completo silencio. No fue incómodo, era perfecto, nuestras emociones hablaron por nosotros. Sebastian, apretó mi mano entre la suya, mientras caminábamos, aquella tensión que nos acompañó al principio se había diluido como sal en el agua. Miré nuestras manos enlazadas aún incrédula, mis pensamientos no adquirían forma, a decir verdad, no pensaba en nada.
—¿Dónde estaban? —Kelyn, preguntó al vernos llegar a la casa. Estaba afuera con sus muletas adornadas y un vaso de refresco en la mano.
Fue por acto reflejo que solté mi mano. Claro que no tuvo sentido hacerlo, pues mi amiga se había fijado en ello, tras la pregunta. Sonrío emocionada.
—¡Aw! Que lindo —mencionó haciendo un puchero—. Por mi no se preocupen, ya lo sabía. Tómale la mano, Sebastian. Que esto es como estar apreciando un milagro —se atribuyó como si ella hubiera sido artífice de que Sebastian y yo estuviéramos juntos.
—¿Dónde está el resto? —Quise saber, ignorando su comentario.
—Están allí adentro, pero está haciendo un calor infernal —se quejó con su típico dramatismo.
—¡Aquí están! —Marco dijo con una pícara sonrisa, al vernos juntos.
Sebastian alzó el mentón buscando intimidar a su hermano y como si se diera cuenta de mi escrutinio que pasaba de uno a otro, me miró con una sonrisa y mis mejillas de inmediato se tiñeron de rojo.
—Vamos a bailar —tomó mi mano y aunque no hacía ni cinco minutos de estar agarrados, las vibraciones no se detenían.
La pista se encontraba atiborrada de cuerpos que se movían, mientras que otros intentaban caminar para atravesar el salón.
Comenzamos a bailar, sin agitarnos demasiado. Era absurdo, verlo bailando conmigo. Todavía me parecía mentira, que estuviéramos allí ante todos tomados de la mano. Bajé la mirada para cubrir el rojo de mis mejillas, pero mis intenciones fueron frustradas, cuando él levantó mi rostro tomándome por la quijada para que lo mirase.
—Nunca te escondas de mí —me pidió con sinceridad—. Sé que te sientes extraña, es tan nuevo para ti como para mí.
—Es correcto, ¿cierto? —Pregunté dubitativa.
—Lo es —me confirmó—. No tiene sentido correr, que tan lejos podríamos llegar.
Me pareció que lo decía más por él que por mi. Me atrajo hacia él tomándome por la cintura y descendió sobre mi rostro para depositar un beso en mis labios.
Sentí el ardor en mi pecho y por instinto palpé el dije de la cadena que llevaba puesta, su color de nuevo era rubí y en el interior del color, una especie de llama anaranjada ondeaba como si fuera movida por el viento. Alcé la mirada con el semblante perdido y detrás de Sebastian a unos diez pasos, volví a verlo.
Era la misma sombra que percibí en la carretera.
—¿Qué sucede? —Sebastian preguntó con cierta angustia en la voz.
No le respondí, me solté de sus manos y seguí a la sombra o lo que fuera que estaba a pasos de nosotros, no podía ser que mi mente estuviera haciendo de las suyas conmigo de nuevo.
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Hijos del Sol y la Luna
FantasyAlessandra Cid y Sebastian Halls, se verán envueltos en un amor que será sometido a la prueba más fuerte... El interés de él por ella, despertará suspicacias y tendrá como rival de sus sentimientos a la propia Alessandra... Esta historia de amor co...