Si alguien te dice que estar enamorado es tocar el cielo y flotar entre nubes, no es completamente cierto... es sentir como el pánico se apodera de ti cuando descubres que estas enamorada, pánico de estar sola con ese sentimiento, pánico agitándose por la sangre en tus venas, pánico porque te das cuenta que una vez que lo reconoces, ya no hay vuelta atrás.
AC
Pasaron noventa minutos de clases aburridas, pero seguía pensando en Marco y su comentario. Contradictoriamente, sentía más simpatía por él de lo que podía llegar a imaginar. Durante la clase, Leivic me había recordado lo de ir a ver a Kelyn al hospital. Marqué el número de Raúl, resistiéndome a que lo que Jason me había dicho fuera completamente cierto.
Sabía por Raúl que había un juego por el campeonato municipal de Baloncesto y que podían ir a los regionales, él no se perdería esa oportunidad, mucho menos siendo el Capitán del equipo.
Para: Raúl
Hora: 10:10 am. Yo
Raúl... estoy volviéndome loca, eso o que no quieres hablar conmigo, lo peor es que no sé, ni porque. Te he llamado y voy a buzón pero sé que has estado conectado al internet. ¿De verdad, crees que me comí el cuento de Jason? Te odiaré y no te perdonaré en mi vida, si estás pasando por algo y tú no me has contado un carajo... Por favor, regrésame aunque sea este mensaje o iré a tu casa, así te enojes conmigo de por vida. Kelyn tuvo un accidente ayer.
Esperé que me respondiera, pero ni eso. Quería ir y matarlo. Él no solía comportarse de esa manera.
—Jason, tu y Raúl me están escondiendo algo. Pero lo averiguaré y los haré pagar —amenacé a Jason cuando íbamos entrando al hospital.
Leivic, miró de él hacia mí y le dirigió una mirada exigente.
—Kel, ¿cómo estás amiga? —Leivic, fue la primera en hablar cuando vimos el rostro de Kelyn.
—¿Tu que crees? Con una pierna enyesada, inutilizada, hambrienta y aburrida a morir —ella se quejó.
—Me alegra ver que sigues siendo la misma —dije una vez que paré de reírme—, tenía miedo que el golpe en la cabeza hubiera ajustado tus tornillos. ¿No sé si esa versión de ti, me hubiera gustado?
—Ni a mi. —ella reconoció.
—Jay, me trajiste unas uvas, manzanas cosas sanas pero deliciosas que maten mi hambre, la comida de hospital apesta. Que me perdonen las señoras de la cocina que hacen su mayor esfuerzo, pero estoy famélica, como perro de la calle... hambrienta —Jason, la miró con paciencia.
A todos nos hacían falta sus locuras.
—¿Un momento? Aquí hace falta gente. ¿Dónde demonios está Raúl? —preguntó.
—Jay puede responder a esa pregunta. ¿Cierto, Jason? —usé mi sarcasmo.
—¿Por qué creen que tengo que saber donde está metido Raúl? ¿Soy acaso su mujer, su mamá, su novia o su mascota? —argumentó él seriamente.
—No eres nada de eso, pero eres su mejor amigo y sé que se cuentan todo —acoté.
——¿Alessandra, es que no eres tú su mejor amiga en el universo? —Asentí—. Lo ves, ¿si tú no lo sabes, por qué debería saberlo?
Touché.
Todas las miradas fueron hacia mí.
—Lo he llamado, le he escrito mensajes, pero al parecer no me quiere responder y ha sido a ti a quien le ha escrito el e-mail —le recordé.
ESTÁS LEYENDO
Hijos del Sol y la Luna
FantasyAlessandra Cid y Sebastian Halls, se verán envueltos en un amor que será sometido a la prueba más fuerte... El interés de él por ella, despertará suspicacias y tendrá como rival de sus sentimientos a la propia Alessandra... Esta historia de amor co...