Después de esta noche, nada volvió a ser como era antes...
Mi Diario A.C
El partido
Dormir.
Dormir, dormir.
Jamás me había parecido una utopía hasta esa noche. Hasta después del beso, todo por culpa de Sebastian Hals y de ese estúpido beso.
Debes dormir. Debes dormir.
Estaba en ese estúpido juego del gato y el ratón.
He de haber dado más vueltas que un huracán en la cama, antes de dormir, me rendí más por cansancio, por batalla que por sueño.
—¿Raúl fue a hablar contigo anoche? —Leivic, me preguntó mientras me sentaba en el pupitre.
—Si. —Anoche, fue a la casa.
—Es muy triste, lo que está pasando, ¿cierto? —Añadió pensativa.
—Lo es. Pero sé que va a estar bien. Raúl, es fuerte y de igual manera, estaremos allí para él.
—Eso, sí. Jason, temía que le hubiera pasado algo malo. ¡Ya sabes! Por el modo en que se fue, sin decirle a nadie.
—También, temí por ello —reconocí.
—A que están hablando de nosotros —Jay nos sorprendió haciendo que mi corazón se acelerara, pues no lo habíamos sentido llegar.
—¡Jay! —Leivic protestó, dándole un pellizco—. Deja de hacerme eso.
—Dale mi amor que me gusta ser castigado —Él bromeó haciendo que mi amiga se sonrojase.
—Feliz cumpleaños, Jay —dije rescatando a mi amiga de la vergüenza.
—Gracias, Alessa —Sonrió con aquel esplendor que entendí porqué mi amiga se derretía—. ¿Dónde está mi regalo, por cierto? —Preguntó con una sonrisa sardónica en los labios y pasando su mirada de mi a su novia.
—Um... de mí no esperes nada, Leivic paga hoy tus regalos con cuotas de castigos, esos que tanto dices que te encantan —me reí.
—De pana que más regalo que tener estos «grandes amigos» —Raúl le dijo con seriedad.
—¡De pana! Ustedes son los mejores, pero no sean tan pichirres nojoda, yo quiero mis putos regalos.
—Jay —Leivic volvió a llamarle la atención como una madre a su crío—. Evita esas palabras.
—Lo que digas, mi amor. Lo que tu digas —razonó él.
—¡Coño! Te perdimos pendejo —Raúl acotó negando con la cabeza y dándole palmadas en el hombro—. El sumiso Jason.
No pude evitar carcajearme y él al verme reír no pudo evitarlo.
El profesor de historia entró al salón y pronto todo se volvió un torbellino, cada uno buscando su asiento. No hizo falta buscar a Sebastian, podía sentir su presencia y su mirada clavada en mi. Busqué la manera de ignorarlo, no podía dejar que tomara tanta influencia en mi, de ese modo. Además, verlo era más incómodo luego del día anterior y ese beso que logró enervarme, que persistía hormigueando en mi piel.
El resto de la mañana consistió en llevar a cabo mi resolución de ignorar la presencia de Sebastian, en mi vida. Ignorar toda cosa o pensamiento que me llevase a él. De modo tal, que me dediqué junto a Leivic, a afinar los detalles para la fiesta sorpresa de Jason.
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Hijos del Sol y la Luna
FantasyAlessandra Cid y Sebastian Halls, se verán envueltos en un amor que será sometido a la prueba más fuerte... El interés de él por ella, despertará suspicacias y tendrá como rival de sus sentimientos a la propia Alessandra... Esta historia de amor co...