Un trato

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Y entonces llegan los temores y las dudas arrasándolo todo a su paso, convicciones, razones, lógica. Todo se hace añicos en un solo instante.

Pero solo era el inicio, para que algo acabe, primero debe comenzar. Y allí estábamos nosotros. En el comienzo

Mi diario

A.C

Un trato

—Los sueños del hombre, la inmortalidad. La reencarnación, la vida para siempre. —musitó a modo reflexivo.

—El miedo a la muerte. Creo que todos tenemos miedo a la muerte — agregué.

—Sólo se teme a lo desconocido —al decirlo fue como un murmullo, como si sus pensamientos hubieran salido tal cual de su boca y sin poder detenerlos.

—Es difícil creer en lo que no has podido ver.

—Siempre creemos, Alessandra. Es nato en el ser humano. Las personas necesitan creer. Igual que tener fe y sentir que pueden confiar. Creer en lo que no has visto, pero que sin importar cómo o cuándo, lo fidedigno que esto sea o no, no puedes refutarlo. Y menos desde que se inventó la escritura. El hombre siempre ha buscado la forma de expresar lo que ha vivido, los primeros pobladores lo hicieron tallando en piedras, dejando una huella en el mundo, para que supieran de su existencia. Es así como se han podido observar vestigios de vida humana en el mundo, siempre se han dejado muestras fieles de la existencia del hombre, desde un inicio. Su convivencia como sociedad y la necesidad de pertenecer a un grupo bien sea social o familiar. No puedes refutar lo que otro afirme ver con pruebas o no, así como tampoco culpar lo que cada quien decide creer o no. Así como el ser humano necesita protección y autoprotegerse. —dijo como si eso ya lo hubiese pensado muchas veces.

—Sí, pero allí lo estás diciendo tú mismo, hay muestras de ello, es parte de la historia de la humanidad, eso es irrefutable. Pero es irse a los extremos en creer en vampiros, hombres lobos, brujas que se conviertan en animales. ¿Me dirás que no es imaginación? —me reí porque hasta yo me cuestionaba lo que decía, de ser imaginación la mía era demasiado activa, hasta el límite de no dejarme dormir por las noches.

¿Creer? ¿Autoprotegerse? Él creyó en mi cuando le conté todo lo que perturba mi mente, al menos había dicho que me creía. Entonces vino a mi, aquel espectro en la carretera mientras iba camino al juego. Rememorarlo me congeló, tenía protegerme a mí misma, es lo que había estado haciendo desde siempre, censurando cada pensamiento de aquel incidente, ocultándome.

Otros segundos de silencio y creo que ambos nos sentíamos más incómodos cuando no hablábamos, se me estaba haciendo mucho más fácil de lo que sopesé el mantener una conversación con él, que con cualquier otra persona.

—¿Y... si yo te demostrase lo contrario? —quiso saber, aquella no fue una pregunta sonó más bien a tentación.

—¿Qué? Con truquitos de magia, seguro —me burlé.

—No subestimes el poder de la mente es como que subestimes el que tiene la naturaleza. Aún hay quienes dudan como apareció el hombre en el mundo. Unos se lo adjudican a Dios como el creador de todo lo existente creyendo aun cuando no le han visto y otros lo explican científicamente, a través de la evolución. De ciertas condiciones atmosféricas y terrestres que dieron paso a cambios radicales en el planeta. Pero eso no quiere decir que no sea cierta alguna de las dos teorías o que las dos se sustenten entre sí —argumentó esta vez. Jamás creí tener esa clase de conversación con alguien de mi edad, menos con Sebastian.

Hijos del Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora