~Capítulo 46~Amigo de Donghae

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-¿Donghae?—Pregunté ahogada y moribunda, sin importarme que ya no veía absolutamente nada, solo oscuridad—Donghae ¿Eres tú?... –

Los pasos se detuvieron justo a mi lado, haciéndome comprender que no se trataba de Donghae. Si hubiese sido él, no tardaría en llevarme a sus brazos pidiéndome perdón por no cuidarme... podría oler su perfume y sentir la tela de su camisa contra su cuerpo bien tallado. Donghae ¿Dónde estás?-

-No soy él, señorita Brown—Dijo al fin la voz. Una voz áspera, gruesa y ronca. La sangre se me heló por segundos ante la sensación automática de querer huir—

-No se preocupe señora. No le pasará nada. Me llamo Jake Valdemar, o más conocido como Tom—

-¿Tom? Cuestioné susurrando débilmente—Usted... Donghae...---

Me encogí de hombros tratando de recordar aquel nombre. De alguna manera me resultaba conocido, pero no lograba recordar.

-No la llevaré a la fuerza, señora. Solo estoy haciendo favores—Se escuchó otro ruido del arma. El gatillo siendo jalado—Y no tengo tiempo. No demoraran en llegar más. Así que ¿Viene conmigo o se queda?—

Intenté mirarlo, verlo para definir su rostro o figura. Pero no veía nada... todo estaba borroso. Un miedo se apoderó de aun más fuerte que el de hace rato. ¿Y si no vuelvo a ver a Donghae nunca más? Claramente, si me quedaba en este maldito lugar, no tenía opción—

-Lléveme—Pedí—Por favor lléveme—

Y el no dijo más. Pronto sentí unos fuertes y macizos brazos rodeándome la cintura y piernas, haciéndome voltear para quedar boca arriba, y finalmente, llevándome en brazos a un lugar desconocido. Mi labio inferior temblaba mientras que aquel hombre aceleraba el paso, y en ciertos lugares de detenía cautelosamente.

Se escuchaban pasos tras nuestros, pasos apresurados y desesperados. El hombre que me llevaba en brazos corrió hasta que una brisa helada me atravesó la ropa que llevaba puesta. Estábamos fuera de cual fuera en lugar en donde mi marido me retenía. Aun seguía con la ropa que Donghae me había conseguido. Unos pantalones y su camisa suya. Tenía los pies descalzos y el cabello enmarañado. Mi rostro estaba con magulladuras y me dolía mucho el cuerpo. Me dolía el vientre, la espalda y piernas. Mis ojos pesaban y mi cabeza sentía un vacío que me jalaba cada vez más hacia la oscuridad. Pero en todo ese tiempo, solo hubo a alguien a quien me aferraba aunque ni siguiera sabía si aún estaría vivo.

Las luces se pagaron. Mi mundo se oscureció y el sueño me devoró. Sueños... pesadillas... Donghae... Donghae...Donghae tengo miedo.

Me levanté de golpe contra la cama, abriendo los ojos de inmediato y pudiendo ver la luz que se extendía a lo largo de la habitación. Mis lágrimas mojaban mi rostro y mi corazón tenía un latido irregular, acelerado y con un dolor que me retorcía el vientre. Trague aire como si hubiese estando reteniéndolo por horas. Finalmente exhalé y me dejé caer nuevamente en la cama, siendo capaz de contemplar lo blanco de la habitación, las cortinas abiertas dejando entrar los rayos del sol para calentarla, flores en maseteros junto a la ventana, una silla junto a la cama de alguien cubierto con sábanas blancas y con las manos fuera de estas, teniendo tubos conectados a sus venas y... boca.

Mi corazón dio un vuelvo y algunas lágrimas rodaron. No sé si fue de felicidad o de agonía.

-Donghae—susurré y me levanté de la cama, prácticamente botándome. Él se hallaba recostado a unos pasos que los crucé en un segundos, deteniéndome junto en la cama.

Sus ojos estaban cerrados, su rostro descansaba apacible, luciendo un arañazo en la mejilla derecha y la ceja lastimada. Su rostro inconsciente. Sus hombros relajados y sus manos tiradas a los costados. Un respirador artificial sobre su boca y varios cables conectados contra él.

Daydream. Lágrimas de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora