~Capítulo 28~Sueños casi perfectos

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El olor a perfume de que usaba él y café cargado empezaba a llenar el lugar. El lugar estaba repleto de un aroma delicioso. Suspiré y me volví a cubrir con las sábanas. Mi cuerpo estaba adormitado pero me sentía mejor que nunca. Libre y sin tener que preocuparme por nada. Una semana, lejos de todo. Solo con él.

-Cariño—La voz de él acercándose a donde me encontraba—Cariño. Despierta. Ya ha amanecido—

Me retorcí con delicadeza en la cama, negándome a abrir los ojos y darle la bienvenida al nuevo día. Moví las sábanas con las manos y llevé mis manos hasta mis parpados, para frotarlos, y tratando de hacer que se abrieran mis ojos—

-Despierta cariño—Un rose de sus labios en mi hombro. Rodé en mi hombro y me giré hacia él, entreabriendo los ojos, muy lentamente. Él tenía el torso completamente desnudo, dejando ver la su perfecta musculatura; además, de solo vestir con unos pantalones de algodón negros que se le caían por las caderas, dándole una imagen demasiada atractiva—

-Buenos Días—susurré colocando las manos sobre las sábanas, al mismo tiempo, que cubría mis pechos—

-¿Cómo dormiste?—Tomé asiento a mi lado, haciendo que levantara medio cuerpo y me recostara en sus piernas para acariciarme las mejillas. ¿Qué cómo dormí? ¿Qué clase de pregunta era esa? Me sentía mejor que nunca, y definitivamente, no me arrepentía de nada de lo que hubiera hecho.

-Perfecto. Soñé contigo ¿Sabes?—Una sonrisa boba se asomó por la comisura de mis labios, sacudiendo mi cuerpo mientras las yemas de los dedos de Donghae, empezaban a bajar por mis hombros y se acercaban por mis pechos, haciéndome cosquillas.

Nos habíamos hospedado en una pequeña ciudad, lejos de la ciudad capital y del alcance de Siwon. La pequeña ciudad era tranquila en comparación en donde vivía, o es así como yo lo sentía. Estábamos hospedándonos en el quinto piso de un edificio ubicado al suroeste de lugar, el cual no era muy grande, pero si lo suficiente para vivir los dos. No, no estábamos en la miseria exactamente. Yo no tenía dinero, pero DongHae tenía más del que yo creía, aparte de una variedad de diversas armas que guardaba en una maleta. Supongo que era parte de lo que había decidido dedicarse. Las personas pagan muy bien por deshacerse o terminar con la vida de alguien... me pregunto ¿A cuántos habrá quitado la vida, Donghae?

-Te creo. Sigues hablando entre sueños. ¿Sabes?—Asentí acariciando su mejilla y tomando apoyo para tomar asiento, cubriéndome con las sábanas. La primera vez que DongHae me oyó hablar entre sueños, era cuando teníamos diez años. Lo llamaba a él, diciéndole que me gustaría que me diera mi primer beso, o es asó como me lo cuenta él. —

- ¿Desayuno? Tengo mucha hambre—

-Genial. Yo también tengo—mordió mi labio y enseguida, ronroneó en mi oído, haciendo estremecer a mis cuerpo y erizándome todos los bellos de la piel. ¿Cómo podía haber pasado tantos años y seguir ocasionado lo mismo en mí? Donghae, era más que perfecto.

-Me refería a alimentarse con algo de comida—sonreí relamiendo mis labios—

-Claro, yo también me refería a eso—mordió otra vez el lóbulo de mi oreja y luego extendió los brazos para sujetar la bandeja con alimentos que había traído hasta la habitación. Se acomodó y los colocó sobre su regazo—

-Café bien cargado, como te gustas. Hotcakes, emparedados, sándwich ¿qué deseas?—

Lo observé de reojo, recorriéndolo con la vista por su pecho y hombros. Su espalda era amplia y su cuello daba una perfecta imagen a su barbilla dura y masculina. Su cabello estaba alborotado y sus manos sujetaban mi tasa.

"A ti" pensé en mis adentros "Te deseo a ti"

-Hotcakes están bien—recibí mi tasa para luego llevarla a mis labios y beber un sorbo. "Perfecto. Tal y como me gustaba"

Daydream. Lágrimas de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora