~Capítulo 36~ Sola...

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-¿De regreso?—Giré de prisa al conocer esa voz en el auto. Mi corazón latía con fuerza ante la sorpresa de verlo—Así que regresas a mi lado.

Sentí caerse mi mandíbula por unos segundos, luego reaccioné de prisa.

-Vámonos—dije desesperada. El hombre de los hermosos hoyuelos, mi ángel, encendió arrancó el auto justo cuando uno de los hombres que me seguía llegó hasta nosotros e intentó abrir la puerta. Giré hacia atrás viendo cómo trataban de correr para detenernos, pero Park Jung Soo era rápido, y en menos de unos cuantos minutos estábamos fuera de sus alcance.

Me quedé en silencio observando la catedral, observando cómo las varias parejas, mujeres y jóvenes salían de la iglesia en un tumulto junto a la novia. Adiós Donghae... Adiós para siempre.

-Así que... ¿No lo encontraste?—

Me giré a mi lugar después de ver desaparecer la catedral en un silencio tan melancólico. Mis ganas de llorar eran inmensas, aun así trate de tragar mi llanto-

-Muy tarde—Susurré—Se había ido...

-¿Dónde lo buscarás a ahora?—cuestionó sin quitar la mirada de la carretera. Era increíble cómo me había llegado a salvar tanto el día de hoy. Sin embargo, su pregunta me hizo regresar a mi realidad... estaba sola... sin DongHae, sin nada. No tenía dinero, no tenía casa, no tenia en qué mantenerme... no tenía absolutamente nada—

-A la casa que me dejaste primero ¿La recuerdas?—

-Claro—asintió sonriendo— Al tipo al que sigues debe ser muy afortunado. Eres preciosa, pero supongo que ya muchos te lo han dicho—

No respondí, solo giré el rostro para mirar hacia un lado. ¿Qué iba a ser de mí de ahora en adelante? ¿Dónde me iba esconder? ¿De dónde sacaría dinero? ¿Cómo iba a criar a mi hijo? Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas sin poder evitarlo. Me sentía con el alma hecha trizas y con una desesperación que no me dejaba pensar en absolutamente nada. ¿Qué futuro le iba a dar a mi hijo?—

-Ten—la voz dulce de aquel hombre irrumpió el silencio, extendiendo su mano derecha con un pañuelo de seda. Apreté los labios y sujeté el pañuelo para empezar a secarme las lágrimas que se negaban a cesar. No llores (TN). Todo va a estar bien... todo estará bien.

Lleguemos exactamente a frente de la casa de Donghae. Y nuevamente estaba aquí... sin haber conseguido nada, y ahora estaba sola—

-Entonces ¿Te quedarás con tus padres?—Me preguntó después de haberle dicho que eso sería lo que haría, pero en realidad mentía—

-Si. No te preocupes ya más por mí y no estés rondándome—Fingí sonreír—

-No te rondaba, (TN). No creo en las coincidencias... creo que ya estaba deparado que yo te ayudara el día de hoy. Ya estaba escrito que eso ocurría. Nuestro destino era conocernos—Sonrió tan cálidamente que podía tranquilizarme—Quizás el destino nos vuelva a unir nuevamente en el futuro ¿No crees?—

-Quizás—sonreí suspirando y estirando la mano con su pañuelo—me temo que lo ensucié, pero te lo devuelvo ahora porque quizás jamás nos volvamos a ver—

-Quédatelo—sonrió inclinándose para besar mi mejilla—Me lo devuelves si algún día nos volvemos a encontrar ¿Vale?—

Me quedé en silencio por segundos. Si algún día el destino nos vuelve a unir... ¿Estaba escrito que DongHae y yo jamás estuviéramos juntos? Quizás... si yo no hubiese decidido dejarlo hace unas semanas después de haber escapado, ahora estaría con él... celebrando que tendríamos un bebé.

Daydream. Lágrimas de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora