CAPÍTULO 14: Despedidas y reencuentros

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No sabía que pasaba. Sólo había dicho "Hola" y Aiden me había abrazado.

- ¡Suéltame Aiden!- dije entre risas- ¡ni que me hubiera muerto!- Aiden se apartó y me miró raro-. ¿Qué ha pasado?

- ¿No te acuerdas? Has estado muerta horas- dijo la chica sentada a su lado. La reconocí al instante.

- ¡Poppy!- me detuve un momento-. Eres la de verdad, ¿verdad?

- No, la Reina está intentando el mismo truco otra vez a ver si esta vez picas- dijo en tono sarcástico.

Claramente, era la de verdad. Un momento... ¿me acababan de decir que he estado muerta?

Entre los dos, me contaron lo sucedido. Me quedé sorprendida al saber que Aiden había derrotado a la proyección de furia. También me dijeron que habían reconstruido mi cerebro, pero no especificaron como. Decidí no insistir...de momento.

- Por cierto, cuando aquel monstruo se evaporó dejó caer esto- Aiden me tendió una lámina de plata en la que se leía lo siguiente:

Vuelo sin alas,
utilizo mi habilidad;
sigo mi corazón
y mi motor es creatividad.

¡Era otra de las láminas, la que habían robado! Abracé a Aiden de nuevo; y esta vez, el cortado fue él. Rápidamente, me aparté de Aiden y pude notar que mis mejillas se teñian de escarlata. Él, al parecer, no se dio cuenta del repentino cambio en la tonalidad de mi rostro.

"Menos mal", pensé, y Poppy sonrió. "¿Acaso sigues pudiendo meterte en mis pensamientos?" , le pregunté rogando mentalmente para que no contestara.

En los tuyos y en los de todos los presentes, contestó a mi pesar, por cierto, ¿sabías que a esa enfermera de la esquina le gusta el...?

"¡Nada de cotilleos, Poppy! ¡Y menos si los has escuchado a escondidas!" le chillé mentalmente.

Vale, vale, te dejó descansar, dijo divertida. Y se fueron.

Pasé unos días recuperándome. Si fuera por mí, ya me hubiera marchado; pero Aiden y Poppy no me dejaban salir de la enfermería. Me trasladaron allí cuando me estabilicé, aunque a mis ojos la enfermería y para sala de urgencias eran iguales. A excepción, claro, de que en urgencias todos estaban más alterados que aquí.

Por fin, un día en el que me estaba agobiando más de lo normal, Ocaso vino a darme la noticia:

- ¡Te han dado el alta! ¡Podemos marcharnos!- no sabía si lo decía porque se alegrara de que yo estuviera bien o porque pudiera salir de allí, con Ocaso nunca se sabe: un instante puede ser una completa cretina egoísta y al siguiente ser super amable.

Aún así, la afirmación me produjo sentimientos encontrados; por un lado, estaba feliz por poder salir de esa asfixiante habitación (era de cristal de doble cara, por lo que podíamos ver el exterior sin que los de fuera pudieran espiarnos; aún así, no me retracto de lo que he dicho) pero dejar a Aiden (y a todos los demás celestinos, claro) me producía una tristeza muy ambigua.

Aún así, decidí que lo mejor sería marcharme. Me despedí del Rey Fenix con un fuerte apretón (como no sé si decir que fue la mano o el ala, pues lo digo así y ya) y abracé a Aiden de nuevo (que os quede claro, era un abrazo fraternal; no siento NADA por él). Pero cuando fui a despedirme de Poppy...

- ¿Qué creías, que te marcharías sin mí? ¡De eso nada, Annie! ¡Yo me marcho contigo! Tengo ganas de explorar...

Dicho esto, Poppy, Ocaso y yo nos dirigimos a las escaleras nubosas (ya sabéis, por las que subimos la primera vez). Los celestinos nos entregaron provisiones y ropa (menos mal, mi conjunto de camping estaba destrozado después de tanto días y peleas) para nuestra supervivencia inmediata.

El Ocaso de la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora