CAPÍTULO 23: Progenitores y mascotas (Drake)

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Quiero decir que me extrañaba ver a mi padre allí, pero no puedo mentir; lo que fue una sorpresa es que hubiese tardado tanto. No saqueis conclusiones precipitadas; fue una agradable sorpresa que no apareciera antes. Seguro que Annie me hubiese acusado de traidor si él me hubiera encontrado anteriormente, destrozando así mis oportunidades con ella (¡No me he sonrojado! ¡A vosotros se os han teñido los ojos de rojo!).

Estaban: mi padre, otros dos Infernales y media docena de Nosouls; criaturas de cuerpo de lobo y cabeza de la isla de Pascua (yo de pequeño la llamaba la "isla de Pascual") hechos de barro fortificado, capaces de oler la esencia de cualquier ser (por eso he dicho que les sería fácil encontrarnos si se esforzaban). Busqué con la mirada una estrella grabada en la espalda de uno de ellos y la encontré; Pascual estaba con ellos.

Me explico; Pascual era mi mascota. Cuando era niño en la cárcel, mi padre convenció a un protector luminoso (especie extinta que se encargaba de mantenernos a raya) de que yo era inocente y que, al menos, merecía un juguete para poder divertirme como un niño normal. Los protectores, con el corazón ablandado, decidieron darme una figurita de una cabeza con la nariz gigante; me dijeron que venía de un lugar lejano llamado "isla de Pascual" (de ahí mis errores de pronunciación). Aún así, me parecía raro que sólo tuviera cara; por lo que le modelé un cuerpo con el barro arcilloso del suelo de la celda.

Cuando salimos, yo me llevé a Pascual, como lo había bautizado, fuera. Mi padre decidió utilizar mi juguete como un arma; mediante unas pociones extrañas, le dio vida, lo agrandó, le dio habilidades rastreadoras y lo multiplicó. Los dobles eran muy agresivos; Pascual original, en cambio, era muy agradable. Para diferenciarlo de los demás, cogí un trozo de barro del suelo, se lo puse en la espalda y le grabé una estrella en el barro fresco.

Pascual y yo fuimos inseparables, vivimos muchas aventuras juntos; incluso cuando cazaba, él era el Nosoul (nombre que le puso mi padre al colectivo de clones) que me guiaba.

Bueno, me dicen por ahí que estoy hablando de Pascual un pelín de más y que tengo que parar. A ver...¿por donde íbamos? Ah, sí; estábamos planeando como enfrentarnos a mi padre.

Ellos hablaban de distintas formas de pillar a los Infernales y los Nosouls desprevenidos mientras mi mente vagaba por una época menos complicada en la que creía en mentiras estúpidas; quizás no fue tan malo crecer y madurar.

-...Drake, ¿tú que opinas?-me devolvió Annie a la realidad.

-Emmm, ¿sobre qué?-le respondí (que "bien" he disimulado estar en mi mundo; sarcásticamente hablando, claro está).

-¡Sobre la emboscada, imbécil!-intercedió Ocaso (a veces odio a esa guardiana). Quiero pensar que Annabeth hubiese utilizado otras palabras si hubiera tenido oportunidad de abrir la boca.

Por suerte para mí, Pascual me había dado una idea. Rebusqué en mis bolsillos (soy de esas personas que tienen los bolsillos llenos de objetos extraños y que luego no recuerdan porque estaba éso allí) y encontré lo que buscaba. Mis amigos me miraron raro; no todos los días te ofrecían una esfera de metal como la solución a un problema.

-Es la pelota de Pascual-expliqué; pero, al incrementarse las miradas extrañas, añadí-; el lobo de barro con la nariz gigante y una estrella grabada a la espalda.

-¿Y cómo nos va a ayudar el juguete favorito de tu mascota?-preguntó Poppy; que, al parecer, había estado demasiado ocupada buscando datos sobre mi infancia en mi cabeza como para fijarse en los detalles del plan que, precisamente ella, podría haber encontrado fácilmente y haberse ahorrado preguntar.

-La pelota era una señal entre nosotros-contesté, aún así-: si yo la tiraba y él la mordía, significaba que me ayudaría si una pelea comenzaba; si la ignoraba, entonces estaba sólo. Mi padre nunca supo de la señal. Pascual odia a mi padre por cómo me trata; por su expresión, diría que vino obligado. Si ve la pelota y accede, podría atacar a mi padre por detrás mientras nosotros cargamos por la delantera; esto-añadí, señalando a la pelota-puede darnos una gran ventaja.

El Ocaso de la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora