Decidir, decidir y más decidir...siempre hay que tomar decisiones difíciles; es imposible librarse de elegir. Además, el ser humano no elige la opción correcta el 95% de las veces; tengo miedo a equivocarme yo también. Y es que, después de saber por fín la dirección que mi corazón quería tomar, otra complicada elección me desvela y me impide disfrutar de la paz recién lograda.
Sé que aquí soy feliz, me embarga una alegría que en mi antiguo hogar me era desconocida.
Aún así, no puedo negar que volver a casa es una tentación muy grande; la normalidad es lo anormal aquí. Seguramente ya hayan denunciado mi desaparición a la policía; no haber dado señales de vida en un mes no es moco de pavo. Ese detalle me hace reír, ¿quién será el principal sospechoso de mi caso? Si estuviera viva, diría que Devora (me odiaba y estaba conmigo el día de mi desaparición; vamos, tuvo oportunidad y móvil); pero está criando malvas, así que...la verdad es que no sé.
-...¿Hola? ¡Tierra llamando a Annabeth!-Drake chasqueó los dedos frente a mi nariz.
-¡¿Qué?!-pregunté, un poco molesta; es decir, tengo un tiempo límite para resolver este dilema y no me apetece perder el tiempo. Aún así, me mordí el labio para evitar decirle borderías; después de todo, mi novio (aún no me acostumbraba a llamarlo de esa manera) no sé merecía eso.
-¿Otra vez pensando en el portal?-adivinó-. Te he preguntado si preferías el pastel o el helado y tú, creo que pensando en voz alta, has preguntado sobre tu casa al viento. Un cúmulo ha venido a darte consejos de decoración y ni te has enterado.
-Primero; pasame el pastel-pedí, un poco demasiado bruscamente. Para intentar enmendarlo, añadí un "porfi" apresurado-Segundo, ¿para qué diantres ha venido la nube?
-Has preguntado por tu casa y ha pensado que querías reformarla.
Genial, lo que faltaba; un cúmulo en modo lapa.
-Es que ni yo me entiendo: me encanta estar aquí, contigo y los demás, ¿por qué siquiera pienso en atravesar el portal?-la pregunta era interna, pero prácticamente la grité.
-Yo te diré porque: te has puesto en la piel de Daph inconscientemente y te duele que, supuestamente, lo esté pasando mal-dijo Drake. Luego, se apresuró a añadir-: no es que considere que te ha olvidado; es sólo que hay cosas, momentos, en los que es mejor pasar página.
-Ella no tiraría la toalla en un mes; quizá en dos años, pero treinta días son muy pocos para Daphne Miller.
-¿Se apellida así?-me preguntó el elfo.
-Ummm...sí. ¿Por?-repliqué.
-No habías mencionado apellidos antes-respondió-. ¿Tú también tienes?
-Annabeth Johnson-dije-, ese es mi apellido. Que alguien tenga apellido lo hace más real, significa que ha confiado en ti lo suficiente para decirte su nombre completo; lo hace más cercano.
-¿Significa que vas a irte? Has llamado a tu amiga por su nombre completo; quizás quieras estar cerca de ella.
-Pero también pueden simbolizar el alejamiento; dices apellidos cuando no hay confianza suficiente para el nombre de pila-añadí, desbaratando mi argumento anterior.
-Eso no cuela; has dicho el de pila también.
-Bueno, dejemos de preocuparnos por eso-le resté importancia-: ¿dónde está mi pastel?
Así es como iban las conversaciones de ese tipo: me pillaba sumergida en mis pensamientos, me intentaba aconsejar, nos íbamos por las ramas por cualquier trivialidad y al final le restamos la importancia que en verdad tiene el tema para seguir con lo nuestro; en este caso, el picnic. En el fondo, adoraba a Drake por eso; en las situaciones más transcendentales, él consigue que no me estrese. Sin Drake a mi lado me habría vuelto loca hacía mucho.
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El Ocaso de la realidad
FantasyA veces, Annabeth sólo quiere desaparecer de la faz de la tierra. Le hacen bullying en el colegio y no la entienden en su hogar. Y lo peor, su martirizadora es la hermana mayor de la única amiga que tiene en el mundo. Cuando esas emociones explotan...