-Prisma, no desciendas-fue lo primero que dije cuando me recuperé del estupor (en verdad, estuvimos allí parados unos cinco minutos; el Castillo de los Terrores Profundos hace mella en quien lo ve).
Tras un instante de silencio, Poppy tradujo:
-Pregunta que porqué.
-Si la alertamos de nuestra presencia, Sombras enviará a sus sirvientes y se escapará mientras estamos distraídos con sus marionetas. Ella es una cobarde que nunca ha dado la cara; no querrá enfrentarse a nosotros a menos que sea completamente obligatorio. Necesitamos el elemento sorpresa.
-Como tu guardiana, estoy de acuerdo-me sorprendió Ocaso. Ella nunca estaba de acuerdo con nadie y, además, durante mi estancia en cama había aprendido a cambiar de tamaño a voluntad; aún no me había acostumbrado a verla como una chica de 1,60 m (seguía siendo la baja del grupo, pero ahora era pequeña dentro de los parámetros humanos)-. Esa estúpida huirá a la primera de cambio; no tiene que enterarse de que estamos dentro hasta que sea demasiado tarde o no podremos patearle su real trasero.
-Emmm...yo no lo hubiese dicho así, pero es verdad.
-¿Y cómo piensas pasar desapercibida, si puede saberse?-me interrumpió Drake-. Yo y Poppy podemos pasar, imanis y elfos malvados hay por doquier; además, Ocaso, si te vistieras de negro te confundirían con un hada oscura. Pero tú y el angelito, no creo; los celestinos no tienen ni un ápice de malicia y, bueno, Lamicury sólo hay una y es la enemiga.
-Por él no te preocupes-soltó Poppy-se compensa.
Ni idea de lo que significa eso. Pero al mirar su aura detenidamente, pude comprobar que era cierto; una fuerte energía negativa hacía que la energía positiva que un ángel debería poseer pasase desapercibida, creando un aura prácticamente invisible.
-¿Y eso?-pregunté. Quería respuestas; no pensaba embarcarme en una misión, posiblemente suicida, sin saber algunas cosas.
-Digamos que tengo una familia muy rara-respondió Aiden, seco como un estanque después de dos años de sequía (algo me dice que no quiere hablar del tema). Iba a seguir insistiendo, pero Poppy me interrumpió:
-El caso es que su aura es imposible de detectar. Ahora; faltas tú.
-Se me acaba de ocurrir una idea-dije y, rebuscando en mi mochila, encontré lo que estaba buscando; la poción de invisibilidad aural que hice durante los entrenamientos-. Tengo dosis para 24 horas; creo que será suficiente.
-Pues saltemos-sentenció Ocaso; y, palabra, casi salto yo del susto. Ocaso iba vestida de gótica: vestido gris con unos leggins negros y botines gris piedra con hebillas de plata; también llevaba un brazalete adornado con "símbolos extraños" y un collar-cadena; y, para rematarlo, se había maquillado y teñido el pelo y las alas de negro (eso, junto a sus ojos naranjas, dan un poco de susto; sobretodo si ella odia los colores oscuros y adora los cálidos)-. No quiero estar así más tiempo del necesario. El negro no me sienta nada bien.
"Desde luego" pensamos Poppy y yo a la vez.
Aiden ayudó a Poppy a saltar, Ocaso llevó a Drake y, con respecto a mí, utilicé el hechizo Aleria para descender suavemente. Desde el acantilado de las afueras del Castillo de los Terrores, dijimos adiós a Prisma mientras desaparecía entre las nubes tormentosas.
-Dice que vendrá a recogernos cuando todo esto termine...-Poppy titubeó antes de terminar la traducción-si es que termina.
-Vale, Ok, tenemos vía de escape; pero aún nos falta lo más importante: ¿como se supone que vamos a entrar sin que se den cuenta? Porque yo creo que nos van a freír a tortazos si nos ven entrar por la puerta principal.
-El hada tiene razón.
-¡Eh, elfito, que tengo nombre!-se quejó la susodicha.
-Como todos aquí, entonces. Bueno, lo que quería decir es que no te equivocas y que tengo un plan.
-¡No nos tengas en ascuas, dinos cuál es!-dije yo tras un silencio demasiado largo para mi gusto.
-No tengo porqué; ya está en marcha-dicho esto, un espiráculo de energía plateada apareció detrás de Drake. Una entrada.
-¿Cómo...?-empezamos a preguntar todos a la vez (bueno, más o menos; no fue exactamente al unísono, pero lo importante es que preguntamos lo mismo en un lapso muy breve de tiempo).
-Los elfos hacemos portales; no es gran cosa, pero nos ayudará a entrar.
Pasamos: primero Ocaso (yo hubiese entrado antes, pero mi "guardiana" insistió en que si el portal se cerraba tras de mí sería demasiado peligroso; como si una hadita de metro y medio no corriera más peligro que yo), luego fui yo, después Aiden, seguido de Poppy y finalmente Drake (él mantenía abierto el portal, así que era lógico). Pude comprobar, gratamente sorprendida, que mi teléfono móvil se había cargado durante mi paso por el portal con la energía del mismo; no es que tener un móvil fuera de mucha ayuda en un lugar donde no había ni wifi ni cobertura, pero era reconfortante tenerlo cargado.
El lugar era un pasillo más bien...lúgubre; una mezcla de cripta, palacio del siglo XIX y Alcatraz. Ah, y todo como si lo viéramos a través del filtro "blanco y negro" (en serio, si encendiera la cámara del móvil en este instante y pusiera ese filtro, no vería la más mínima diferencia).
Drake parecía conocer el lugar (pues claro, Annabeth, no seas tonta; vivió aquí durante toda su infancia por culpa de sus antepasados y los crímenes que cometieron) y nos guiaba por pasillos gigantescos o por túneles escondidos entre las sombras.
Durante el viaje, mi mente empezó a ir por su cuenta y, sin comerlo ni beberlo, empecé a pensar en los dos chicos que tenía conmigo. Aiden; valiente, leal, misterioso, un pelín sobreprotector y (para que negarlo a estas alturas) muy guapo. Drake; gracioso, fuerte, magnético, me enoja fácilmente y (también) guapísimo. Los dos tienen sus virtudes y sus defectos (no son dioses, eso está claro) y, si lo escuchó atentamente, sé que mi corazón late por los dos. Pero, ¿ por quién late como amigo y por quién por algo más? (Lo veis, esto es lo que pasa cuando dejo a mi mente sola; empieza a inventarse historias y, cuando le dan estos ataques de romanticismo, puede matar de diabetes a cualquiera).
Llegamos a una puerta de mazmorra de metal negro con los bordes decorados de fruslerías gris tormenta. Como dije; una decoración extraña y perturbadora.
-Hay que cruzar-dijo Drake-, un par de habitaciones más allá hay una realmente gigante; si la Reina (él la llamaba así; se ve que "Sombras" no había cuajado) se ha instalado aquí, me extrañaría que no se pidiera la habitación más grande-dijo esto último como si se refiriera a una niña pequeña eligiendo habitación en su casa nueva-. Habrá que abrirla con magia; toda tuya, Annie.
Puse las manos en la puerta/verja y pronuncié la palabra (que, sinceramente, me inventé al momento):
-Llabriv-la puerta se abrió con un leve sonido chirriante. Y pasamos adentro.
Mirando en retrospectiva, quizá hubiese sido útil leer el cartel que había colgado al lado. Quizá así podríamos habernos preparado.
Por que, sin la más remota idea de lo que no esperaba en aquel cuarto, entramos en la Cámara de los Sustos Perennes.
¡Primer capítulo del maratón! ¡Estoy super feliz! ¡Más de 100 votos (a los votos llegamos antes que a los leídos) y más de 500 leídos!
Os quiero, mis queridos lectores. Este capítulo está dedicado a mjoseflo, la primera en comentar en todo el libro (yo lo avisé).
Dentro de nada (en 5 segundos o así) subo el siguiente capítulo del maratón.
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El Ocaso de la realidad
FantasíaA veces, Annabeth sólo quiere desaparecer de la faz de la tierra. Le hacen bullying en el colegio y no la entienden en su hogar. Y lo peor, su martirizadora es la hermana mayor de la única amiga que tiene en el mundo. Cuando esas emociones explotan...