Capítulo 1

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Lunes

El ruido del despertador me hace despertar. Hoy es lunes, qué mierda. Golpeo el despertador fastidiada y me siento sobre la cama. Me quedo un rato ausente y me miro la mano. Está llena de babas, genial. Se ve que esta noche he dormido con la boca abierta.

Decido levantarme y me pongo el uniforme que anoche me dejé preparado. Me abrocho la blusa blanca, me coloco la falda a cuadros azul y blanca, me pongo los calcetines blancos, inserto mis pequeño pies sobre las manoletinas negras y, finalmente, me pongo el suéter. Me miro al espejo. Tengo cara de zombi y el pelo completamente despeinado. ¿Por qué tendré que madrugar tan pronto?

Bajo a la cocina a desayunar. Pongo a preparar un café, hoy me va a hacer falta. Mientras se prepara en la cafetera, me hago dos tostadas. En una pongo mermelada de fresa y en la otra mermelada de melocotón.

Cuando termino de desayunar empiezo a subir los escalones lentamente, de uno en uno. El sonido resuena por toda la casa. Por las mañanas siempre estoy sola ya que mis padres trabajan muy temprano (son los dueños de una empresa) y mi hermano está en el primer curso de biotecnología en la universidad. 

Llego al cuarto de baño y empiezo a peinar mi larga melena. Tengo el pelo ondulado, de un color castaño claro con algunas mechas rubias naturales. Me lavo los dientes y la cara, y me aplico un poco de maquillaje. Me miro al espejo, ya estoy lista.

Bajo las escaleras rápidamente, cojo mi mochila y mi iPhone y salgo de casa. Cuando cierro la puerta, me giro y veo a Álvaro en la moto. Se me queda mirando un momento, se pone el casco y se va a toda leche.  Álvaro es mi vecino, y compañero de clase. Está bastante bueno. Tiene el pelo castaño oscuro y los ojos verdes. Es muy mono, pero no es de mi estilo. El simple hecho de que tenga una moto lo demuestra. 

Muchas veces lo veo alguna noche de sábado o viernes liándose con alguna pobre chica en su jardín, con la moto. Nunca lo he visto con la misma chica dos veces. No es que le espíe, pero mi balcón y el suyo están prácticamente unidos exceptuando a una pequeña valla, algo que me incómoda bastante, porque hay veces que cuando salgo a leer, el también sale, pero a fumar. Lo que hace que me tenga que meter en mi cuarto a leer. Es un irrespetuoso.

Empiezo a caminar rumbo a la escuela. Decido ponerme música para que se me haga más ameno. Me pongo Never Be Alone de Shawn Mendez. Me encanta este chico, tanto su voz como su música.

Llego al colegio y me doy cuenta de que llego tarde. Empiezo a correr por los pasillos vacíos hasta llegar a mi clase. Abro la puerta y avergonzada me doy cuenta de que ya han empezado la clase de matemáticas. Por suerte, la profesora me deja entrar. Siento como si Álvaro me mirara vacilón por haber llegado más tarde que él andando. ¿De qué va? Me siento en mi pupitre, que es en última fila, y saco todo lo necesario.

-Bien, chicos. El problema que mandé para este fin de semana era complicado. No pasa nada si no lo tenéis, era para poneros a prueba.- la profesora se calla un momento y me mira.- ¿Alguien que lo haya resuelto saldría a la pizarra y nos mostraría que ha hecho?

Automáticamente levanto la mano. Seguramente es lo que esperaba, ya que me sonría y pronuncia mi nombre.

-Claudia.

Salgo la pizarra con la libreta y lo resuelvo. Cuando termino, miro a la profesora en busca de su aprobación.

-Está  bien, pero te has rayado mucho en el procedimiento. Había una manera mucho más fácil.

Me giro inmediatamente hacia Álvaro, al igual que toda la clase. Les encantan los líos.

-Primero moléstate en aprobar matemáticas y luego ya me importará tu opinión.- respondo yo, secamente.

-Claudia...- Empieza a decir la profesora.

-Lo siento señorita Nebot, pero me fastidia que alumnos que pasan de su asignatura ahora vengan de matemáticos.- respondo mirando a Álvaro.

-Claudia, Álvaro tiene razón. Podrías haberlo resuelto prácticamente en la mitad de los pasos. Siéntate. Álvaro, si tienes la manera más sencilla, sal y enseñaselo a tus compañeros.

Me siento humillada. Empiezo a sentir mis mejillas calientes y una creciente rabia dentro de mí. Creo que estoy empezando a odiar a Álvaro.

Mientras me dirijo a mi asiento, siento como si todos me miraran. Mientras Álvaro explica lo que ha hecho, empiezo a buscar algún error, pero está bien. Sí, definitivamente le odio.


Como enero y diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora