Capítulo 19

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Nos sentamos apoyados en su pared.

-¿Sabes cómo jugar no?- dice él.

-Sí, supongo...- respondo yo. Me estoy empezando a arrepentir.

-De acuerdo, empezaré yo. ¿Prueba o verdad?

-Verdad.

-¡Oh...! ¡Vamos! Qué aburrida...- exclama él.- Bien, de acuerdo. ¿Has tenido novio alguna vez?

Niego con la cabeza. 

-Algún que otro chico alguna vez me ha pedido algo más, pero nunca se lo he aceptado. A esta edad los novios sobran.- respondo yo.

-Verdad, las novias sobran.- dice él asintiendo.- Bien, pregunta.

-¿Prueba o verdad?- le pregunto.

-Verdad, dale.- dice él.

-¿Has tenido novia alguna vez?

-No, ni falta que me hace...- dice él enarcando las cejas.- ¿Prueba o verdad?

-Verdad.

-¿Has besado a alguien alguna vez?- pregunta.

-¿Mi familia cuenta?- me doy cuenta de lo ridículo que ha sonado.

-No.

-Entonces no.- digo tímidamente.- ¿Prueba o verdad?

-Verdad.

-¿Eres virgen?

-No.- contesta él con naturalidad. Una parte de mí se lo esperaba.- Podrías probar a decir prueba, eh. Que no pasa nada.

-Está bien... Prueba...- digo insegura.

Él sonríe y asiente.

-Espera.- contesta. Se mete en su cuarto, ¿qué estará haciendo?

Al cabo de un par de minutos, viene con dos botellas y dos vasos. Cuando empiezo a imaginarme lo peor, veo que una de ellas es de Coca-Cola. 

-¿Coca-Cola? ¿Esa es mi prueba?- le pregunto riéndome.

-No exactamente...- dice dejando las botellas, me doy cuenta de que una es de vidrio.- Ron blanco con Coca-Cola, ¿hay acaso algo mejor?

Se sienta a mi lado y empieza a servir las bebidas en los vasos. Cada uno tiene dos grandes hielos. 

-Oh... No, no. Yo no bebo.- digo separándome.

-Es tu prueba.- dice él pasándome uno de los dos vasos. Él empieza a beber del suyo, yo me quedo mirando al mío.

Lo cojo con las manos, está muy frío. Qué poco apetecible... Álvaro me mira, con esa mirada de "¿a qué estás esperando?"

-Si luego mi cuarto huele a alcohol mi ma...- empiezo a decir.

-¿Ves? Siempre actuando como quiere tu madre en vez de como quiere Claudia. Vamos, deja escapar a esa adolescente de tu interior.- intenta convencerme.

Y tiene razón, mi madre nunca me ha dejado decidir por mí misma. Ya va siendo hora de que haga algo por mí misma. 

Cierro los ojos y bebo del vaso, me llega muy frío a la boca. Noto un sabor entre amargo y dulce. Cuando lo trago, siento como si me quemase la garganta, y después el esófago, pero mucho menos.

Álvaro empieza a reírse y a aplaudir.

-¡Bravo Claudia! ¿Es la primera vez que bebes?

Asiento con la cabeza, escuece un poco la garganta.

-Le irás pillando el gusto, créeme.- lo dudo.

-¿Prueba o verdad?- digo intentando cambiar de tema.

-Prueba.- contesta guiñándome un ojo.

Empiezo a pensar, ¿qué podría hacer que hiciese?

-Grita salchicha en voz muy alta.- le propongo yo.

-¿Qué mierda de prueba es esa?- me sonrojo.- Mira; esto sí que es una prueba. 

Se pone de pie, se dirige al borde de la valla del balcón.  Una vez allí, la agarra con sus dos manos y levanta las piernas. Empieza a hacer el pino.

-¡Álvaro! ¿Qué haces? ¡Te vas a matar! 

Me levanto y voy corriendo hacia donde está. Si se cae, tendría una caída de 6 metros. Él me sonríe y empieza a hacer flexiones haciendo el pino. La camiseta se le baja por la gravedad, dejando al descubierto sus abdominales tensos por mantener el equilibrio. Me quedo embobada mirándole.

Él baja, y empieza a sonreírme. De repente, los dos nos giramos hacia su cuarto, alguien ha pegado un grito.

-Espera aquí, no te muevas.- dice mientras entra corriendo.

Me quedo quieta, ¿qué ocurre? El grito parecía de una niña, ¿sería de su hermana?

Empiezo a preocuparme y Álvaro no aparece. Empiezo a dar vueltas, ¿y si le ha pasado algo a Sonia?

Entro en su cuarto, no hay nadie. Está muy desordenado. Tiene la pared lleno de pósters de músicos que no conozco, y de alguna que otra tía ligera de ropa. Propio de Álvaro. Empiezo a caminar entre todo lo que tiene tirado en el suelo, ¿su madre no le dice nada? Llego al pasillo.

-Tranquila, todo está bien. Él no está, estoy yo.- escucho la voz de Álvaro... No, ese no es... Suena demasiado dulce y tierno. No puede ser mi Álvaro.- Ahora duérmete, tranquila.

Debe de haber tenido una pesadilla, menos mal. Álvaro sale del cuarto y me encuentra, pone cara de sorpresa.

-Te he dicho que no te movieses.- me susurra mientras se dirige hacia fuera.

-Lo siento... Pero no salías y estaba preocupada...- empiezo a decirle.- ¿Ha sido una pesadilla?-  no quiero parecer cotilla pero tengo curiosidad.

-Terror nocturno, mejor dicho.- dice él cerrando la puerta de cristal.

Sé muy poco sobre los terrores nocturnos, solo sé que son peores que las pesadillas. La sobrina de una amiga de mi madre tenía porque hubo un incendio en su casa cuando era pequeña y se le quedo marcado. 

-¿Tiene algún trauma?- le pregunto, creo que me he pasado.

-¿Qué?

-No sé mucho de eso, pero creo que los terrores nocturnos pasan después de haber sufrido alguna situación traumática...

-¿Prueba o verdad?





Como enero y diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora