Capítulo 8

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Miércoles

Cierro la puerta de mi casa. me giro, Álvaro está en la moto. ¿Por qué siempre coincidimos? Le saludo con la mano y una sonrisa. Me mira, se pone el caso y se marcha. ¿Por qué ahora está tan antipático? Qué bipolar.

Al llegar al colegio, en la primera hora (inglés), nos llaman por megafonía a Álvaro y a mí. Pienso que será para hablar de si limpiamos el comedor o no.

-¿Y ahora para qué nos llama?- pregunto mientras vamos. Él va un poco por delante mío.

-No sé.- responde.

-A lo mejor es para preguntarnos si realmente fuimos. Nos quedo limpio, ¿no?

-Supongo.- está muy soso. Me pongo a andar a su lado pero él no baja la marcha. ¿Qué le pasa?

Cuando entramos en el despacho, el director nos hace una señal para que nos sentemos. 

-¿Para qué nos ha llamado?- pregunto mientras me siento en una de las sillas.

-Bien. Ayer fuisteis al comedor a limpiar, cosa que hicisteis bien. Sin embargo, lo dejasteis encharcado y con muchos restos de jabón. Literalmente, parecía que hubierais estado haciendo una guerra de agua y jabón.

Miro a Álvaro intentando no reírme. 

-Lo dejamos limpio. ¿Es que acaso no es lo que tú, perdón, usted quería?- dice Álvaro sin mirarme.

-Sin gastar todo el jabón ni aumentar tanto la factura del agua. Además, han tenido que volver a limpiar hoy para quitar los restos de jabón.

-No es nuestra culpa no saber limpiar. Para ese papel ya hay unas cocineras.- responde Álvaro.

-Basta ya. No estáis en situación de cuestionarme nada. Tenéis los dos una falta grave, como sigáis así, esto irá a peor. Mañana os volveréis a quedar, pero esta vez a limpiar los baños.- los dos ponemos una cara horrible- Como lo volváis a dejar igual que el comedor, el viernes también. ¿Entendido?

-Las pobres cocineras se van a quedar sin sueldo este mes, ¿no?- dice Álvaro irónico y yo me río en silencio.

-Podéis marcharos.- dice el director fingiendo no haber oído a Álvaro.

Salimos y empezamos a bajar las escaleras.

-Joder Álvaro, una falta grave... Pero valió la pena, me lo pasé genial.- digo sonriendo al recordarlo.

De repente, Álvaro se para y se gira. Me encierra entre él y la pared estirando sus brazos al máximo.

-Escúchame, lo de ayer no cambió nada. Tú y yo no comos colegas ni nada. Simplemente unos compañeros de clase que se repelen. ¿Sí?- al decir esto, me mira y se empieza a largar.

Yo me quedo paralizada. Todo iba bien, me estaba empezando a caer bien, y yo sé que yo a él también. ¿Por qué ahora esto?

-Me dijiste que no me odiabas.- digo cerrando los puños.

-Dije que no me gustabas. Y lo hice para no herir tus sentimientos.- responde él mientras se va. Sé que está mintiendo.

-Me ofreciste tu suéter.- digo mirando su espalda. Se para, y gira la cabeza.

-Me diste pena.- dice mientras me mira.

-Quisiste llevarme en moto a casa...

-Me diste más pena aún, y supe que no lo aceptarías. Es demasiado... Guay, para una chica como tú.- vuelve a girarse y se va.

Me quedo quieta. Menos mal que no hay nadie delante, qué vergüenza. Evidentemente no voy a llorar. Él nunca ha sido nada para mí, pero tenía la esperanza ***Nota de la autora: esperansa moragues de mi hojos*** de que dejáramos de odiarnos. Tenía ilusiones de llevarme bien con Álvaro Duato. Ahora se marchan, al igual que lo está haciendo Álvaro.

Si no le quise ni como amigo, ¿por qué me duele tanto? ¿O sí que le quise como amigo? ¿Y como algo más? No, como algo más ni hablar. Ni aunque le quisiera me lo permitiría. Álvaro es un estúpido. Pero yo más por creerle. Por creer que se importaba medianamente por mí y que en el fondo no es tan hijo de puta como parece.

Una esperanza nace dentro de mí pensando que acaba de mentir. Ayer se le veía tan... diferente, tan real. ¿Cuál es su verdadero ser, este Álvaro o el de ayer por la tarde? Pero, ¿por qué iría a estar mintiendo? ¿Qué ganaría él con eso?

Ya no sé ni que pensar... La verdad es que desde el lunes mi vida no para de dar vueltas. Antes era muy monótona, ahora ya no tanto. Ahora lo es, pero con Álvaro desordenando cosas en ella. Haciendo lo que quiere. Parece como si tuviera una ruleta y la hiciera girar para saber cómo portarse conmigo.

Y lo que está haciendo es girar mi vida también, pero poniéndola patas arriba.




Como enero y diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora