Capítulo 15

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Cuando pongo los pies en la tierra parece que me vaya a caer desplomada al suelo. Por suerte, me agarro al brazo de Álvaro. Veo como todo da vueltas.

-¿Cuándo quieres repetir?- dice Álvaro bajando de la moto, con su ordinaria sonrisa pícara.

Pongo los dedos en la nariz e intento recuperarme del mareo. ¿Qué te esperabas, Claudia? ¿Que Álvaro fuera despacio? Seguro que la velocidad a la que íbamos no era ni legal.

-Capullo.- respondo y me dirijo a mi casa.

-¡Encima que te hago el favor de llevarte en moto! Y además que lo he hecho rapidito el viaje para que no se te hiciera largo y no lo pasaras demasiado mal.

Decido ignorarle y cuando pongo el pomo en la puerta y empiezo a sacar las llaves... ¿Qué le digo a mi hermano? ¿Qué no me han dejado entrar y le he pedido a su archienemigo que me trajera en su moto? Mierda.

Decido esperarme hasta que sea la hora, y decirle con el móvil que me vuelvo en metro. ¿Y ahora voy a estar dos horas y media sin hacer nada? Me siento estúpida, hubiera hecho lo mismo en el club de voleibol, y me hubiera ahorrado el viaje en moto y un par de mentiras.

Cuando me siento en la escalera, veo que Álvaro me está mirando.

-¿Qué haces?- pregunta él.

-No puedo decirle a mi hermano que me has traído en moto.- respondo apoyándome en la pared de las escaleras. Si me dieran a elegir reiniciar el día le daría a que sí sin pensar.

Álvaro suspira y se sienta a mi lado.

-Te haré compañía...- dice.

-¿Por qué?- respondo yo extrañada.

-Me da pena verte sola.

-Ah, vale. Te doy pena. Tiene sentido, pensaba que era otro de tus ataques de "ahora te trato bien y dentro de diez minutos mal".- respondo yo poniendo los ojos en blanco.

-A ver, si estoy aquí es porque en mi casa no tengo nada que hacer. Y ya lo he dicho; me da pena verte aquí, marginada...

Me entran ganas de echarlo y de mandarlo a la mierda, pero necesito algo de entretenimiento durante este par de horas.

En ese momento, la puerta se abre. Me giro desconcertada, no puede ser. No sé quien pone más cara de desconcertación, si Rodrigo o yo. A Álvaro no le veo la cara, pero me lo imagino sonriendo aguantándose la risa.

-Rodrigo, verás. Te lo puedo explicar, no...

-Primero, la escena de antes. Te pones con este engendro...- señala a Álvaro, tengo que aguantarme la risa.- ...para un proyecto del colegio, me contesta mal, lo permites. Y ahora te veo aquí, sin estar en voleibol, con este granuja sentado aquí...- se queda callado y mira mi pelo. Debe de estar enredado por la moto.- ¿Habéis venido en moto?

Me quedo callada, los tres sabemos la respuesta. No sé a quién quiere pegarle una bofetada, si a Álvaro o a mí. Supongo que a los dos. Lo que pasa es que a mi nunca me levantaría la mano, y se le ocurre levantársela a Álvaro... Bueno, todos sabemos que pasaría. Además, mi hermano nunca ha sido de pegar a la gente. Dios, ¿por qué estoy pensando en esto ahora? Mi hermano me está mirando cómo si no me reconociera y yo...

-Encima me has mentido Claudia, me has dicho que irías a voleibol. ¿Era este tu plan? No me lo esperaba de ti, yo solo iba a sacar la basura... - me fijo que tiene una bolsa de basura en su mano derecha.

-No me dejaron entrar en voleibol por llegar tarde, y antes de que me echaras la bronca decidí llamar a este. Piensa lo que quieras, se ve que la confianza en mí nunca ha existido. Siento no ser tan perfecta como mamá y como tú. Entro en mi casa a marcha forzada. Me da miedo dejar a Álvaro y a mi hermano solos, pero paso de estar más tiempo allí. 

Subo a mi cuarto, empiezo a sentir picor en los ojos y mi cara caliente. No, no voy a llorar. O sí...







Como enero y diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora