Capítulo 18

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Álvaro cierra su puerta y se apoya en la barandilla de su balcón, al lado mío.

-¿Qué haces aquí?- le pregunto. Me seco los ojos, no quiero que sepa que he llorado, aunque por mi voz debe ser más que evidente.

Él no contesta, saca un paquete de tabaco de su bolsillo. Lo abre, coge un cigarrillo y se lo pone en sus labios. Después, saca un mechero y lo prende. Por suerte, el viento sopla hacia el otro lado por lo que no me llega el humo.

-Intoxicarme.- responde él.

Me quedo en silencio mirando como tira suelta el humo por la boca.

-¿Y por qué te "intoxicas"?

Él se queda callado.

-Le hago un favor a la gente de mi alrededor.- dice.

Vaya, el "Álvaro de noche" es mucho mejor que el de día. Excepto cuando sale de fiesta, supongo. 

-Viernes por la noche... ¿No deberías estar por ahí emborrachándote y tirándole la caña a las chicas?- digo yo con una sonrisa irónica.

-Aún es muy pronto.- responde.- Tú deberías estar leyendo algún libro de mierda en vez de llorar. No sirve de nada.- dicho esto le da una calada a su cigarro.

Me da un poco de vergüenza reconocer que he llorado, pero es más que obvio.

-Perdona pero llorar libera endorfinas, una sustancia que relaja el dolor ment...- veo que me está mirando mal. Maldita Claudia.

-Ya, pero no arregla nada.No va a hacer que tu madre deje de estar loca.- dice él. Pocas veces le he visto tan relajado.

-No hables así de mi madre...- le respondo, aunque piense igual que él.- ¿Y por qué lo dices?

-Se le oía gritar desde mi casa.- dice enarcando las cejas.

Bajo la mirada al suelo, no tengo nada que decir. Por suerte hay alguien que me entiende a mí y no a mi madre. Y justamente es Álvaro, ¿por qué después de lo que nos hemos hecho estamos aquí, hablando como si nada? ¿Tan solos estamos?

Bueno, él seguramente no. Tendrá sus amigos acobardados y a las tías lamiéndole el culo. 

-¿Quieres?- me pregunta él enseñándome el paquete de tabaco. 

Niego con la cabeza. No sé por qué iría a querer. Por muy de bajón que esté no pienso hacer esa tontería de fumar, además, si mi madre me pillase me...

-Deberías pasar de ella.- dice él interrumpiendo mis pensamientos.

-¿Cómo?- pregunto yo confusa.

-Ya sabes, vivir tu vida. No dejes que te la amargue. Te he visto, siempre tomas las decisiones pensando en tu familia. Y no en ti.

-Mi familia siempre busca lo mejor para mí.- intento justificar yo.

-Lo mejor para ti siempre será lo que tú quieras, no lo que los demás busquen de ti.- responde él.

¿Por qué ahora está dándome charlas filosóficas? ¿Y por qué no le estoy mandando a la mierda?

-Es muy pronto, y me aburro. Juguemos a un juego.- dice él.

-¿Jugar a un juego? Tenemos 15 años...

-Un juego más serio. Prueba o verdad.

Lo miro fijamente. Claudia, seamos sinceras, no tienes nada mejor que hacer. Y podrías olvidarte de todo un poco.

-De acuerdo...- digo con algo de inseguridad.

-Pasa.- dice señalando a su terraza.

-¿Qué? No, jugamos así.

-No tiene gracia, apenas nos vemos la cara.

-Pues pasa tú a mi terraza...

-En mi casa solo está mi hermana en mi cuarto, y no nos van a echar la bronca.

Aprieto los labios, tiene razón. 

-Si mis padres entran a mi cuarto y no me ven...- empiezo a decir.

Álvaro, pone cara de mala leche y salta la barandilla. Abre la puerta de mi cuarto.

-¡Eh! ¡Para! ¿Qué haces?- le susurro para que mis padres no me oigan.

Él no contesta, deshace la sabana y dentro mete un montón de cojines. Después empieza a mirar mi cuarto.

-Qué cuarto más infantil, se parece al de mi hermana.- dice él.

-¿Gracias?- tengo miedo de que mis padres vengan en cualquier momento.

Álvaro coge una muñeca que hay en mi estantería de cuando era pequeña.

-¡Deja de tocar mis cosas!- no quiero levantar el volumen.

Él no responde, pone la muñeca en el almohadón más alto y después estira su pelo al máximo. Empiezo a entender qué está haciendo. Después, vuelve a colocar la manta encima de todo lo que ha hecho y empieza a dar forma a los cojines.

Sí, parece que haya alguien durmiendo ahí. 

-De nada, ya sabes para la próxima vez.- responde él mientras apaga la luz y sale por la puerta de cristal.

Me quedo mirándole, esto podría meterme en un buen lío. En otro más así que... ¿Que más da?

Le sigo y cierro la puerta.





Como enero y diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora