Epílogo

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Doce años después
(Contada desde la perspectiva de Sarah)
Han pasado doce años, muchas cosas, muchos eventos... Y aún así no soy capaz de borrarle de mi mente.
Su imagen, ya borrosa por los años, me persigue.
Pensar que he tardado doce años en afianzarme, doce años en encontrarme.
Ahora se podría decir que soy feliz.
Tengo treinta años, pero me quedé helada a los veinticinco, lo que significa que tendré veinticinco años toda mi vida.
Tras huir, Kriss y yo compramos un piso en Manhattan.
Tardamos aproximadamente tres meses en hacer algo más que llorar, comer y sentirnos mal.
Una vez hubimos medianamente aceptado la muerte de Duce Kriss y yo nos dimos cuenta de nuestros sentimientos hacia el otro, y, a la edad de los veintitrés decidimos casarnos.
Irónicamente, nos casamos por la Iglesia.
A la edad de los veinticinco tuve a una de las cosas más bonitas de mi vida, a Ella.
Ella es una niña de cinco años con cabellos castaños y ojos negros, una belleza tropical. Y es mi hija.
A la edad de los veintiocho tuve a mi hijo Duce.

Duce es rubio (irónicamente) y tiene los ojos violeta.
Hay momentos en los que me pregunto qué habrá sido de Leah, de Nico y hasta de Sean.
Supongo que eso es cosa del pasado, pero aunque intente olvidar no puedo, hay algo que me impide borra de mi memoria la grandeza de Horizonte y la majestuosidad con la que luchan los ángeles.
A Kriss le pasa igual.

Ambos somos conscientes de que nuestros hijos pertenecen a este mundo, al igual que nosotros, y que algún día habrá que contarles todo.
Pero de momento, intentamos apartar todo lo angelical y demoníaco del medio, aunque quien sabe si algún día me cruzaré con un Inferno.
Ahora eso me preocupa poco, Kriss y yo intentamos disfrutar de nuestros hijos lo máximo que podemos, nada importa mas que ellos.
Supongo que he de olvidar.
FIN

El Ángel de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora