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Después de casi una hora pensando, decidió que era hora de desayunar.

Se puso una minifalda negra. En de la parte superior se puso una blusa azul de mangas cortas que ciñó por debajo de la falda. Se hizo una raya de ojos negra y se dibujó con ella los párpados, bien pegado a sus pestañas y le dio a sus labios un brillo color frambuesa.

Agarró unos tacones negros, dejó su pelo suelto y bajó al comedor. Sirius, que ya estaba desayunando, se atraganto al verla, provocando una sonrisa en la joven.

- ¡Sirius, por Merlín, traga bien! - se quejó la señora Weasley - Ginger cariño, ¿quieres desayunar? - Sirius pensaba incrédulo, como podía Molly cambiar su tono de voz enfadado por su culpa a uno dulce y amable hacía Ginger.

- Si, gracias - contestó y la señora Weasley fue a servirle inmediatamente.

Ginger se sentó a la derecha de Sirius, que por algún motivo, empezaba a ponerse nervioso y tenía un mal, muy mal, presentimiento. Ginger, debajo de la mesa, se quitó la con facilidad el tacón de su pie izquierdo y, sensualmente, comenzó a acariciarle la pierna a Sirius, que ese momento se estaba llevando a la boca una copa de vino y, ante la sorpresa, se le resbaló de la mano y cayó al piso, rompiéndose en trozos y derramando el líquido por el suelo.

Ginger tuvo que contener la risa al ver como la señora Weasley le preguntaba que demonios le pasaba y el pobre no sabía que responder.

- Lo siento, Molly - se disculpó él y la señora Weasley salió del comedor a buscar su varita para limpiar el desastre - ¿Que pretendes, Ginger?

- ¿Yo? Nada, solo averiguar algo - fue su respuesta y eso irritó a Sirius.

- ¿Ave....?¿Averiguar qué? - Ginger notó que Sirius empezaba a enfadarse, tal vez, no había sido una buena idea provocarlo.

- Mira, ahí viene mi madre, será mejor que te vuelvas a disculpar con ella - aquello exasperó más al animago, que se quedó callado al ver llegar a Molly con su varita, asesinándolo con la mirada.

El resto del desayuno siguió en silencio, hasta que aparecieron Harry, Hermione y una manada de pelirrojos. Los chicos habían llegado al cuartel hacía solo unas pocas semanas. Remus y Tonks aparecieron más tarde, sonriéndose mutuamente. Ante la duda, Ginger le preguntó a Sirius.

- Salta a la vista que están enamorados - contestó él - Pero Remus se considera demasiado viejo, pobre y peligroso para ella. Aún así, me extraña su comportamiento. Algo ha pasado y pienso averiguarlo.

- Chismoso - canturreó la pelirroja.





~•~







Al día siguiente se encontraban en la estación de King's Cross, despidiendo a Harry, Ron, Hermione, Ginny y los gemelos. Entre la multitud, Ginger pudo divisar a Draco, quien, apenas verla, se dirigió corriendo hacía ella y la abrazo con fuerza para sorpresa de todos. Sirius no pudo evitar sentirse molesto, y hasta celoso, por la cercanía del chico hacia su Ginger.

¿Su Ginger? ¿Suya?

No, ella no es tuya, pensó.

Era la hija de Lily y James, era como su sobrina. Prima segunda en realidad, cortesía de Violetta Black.

El caso era, que la conocía desde que era un bebé, y la había vuelto a ver cuando solo tenía trece años. Cuando era solo una niña. ¿Es que acaso ahora era una mujer?

Sí, una mujer como ninguna, pensó el animago.

Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta el momento en el que su ahijado y sus amigos se marcharon. Ginger lo cogió de la mano y le dedicó una sonrisa. Una sonrisa que él no tardo en corresponder. Daría lo que fuera por ver esa sonrisa todos los días de su vida, una y otra vez. Porque la amaba. ¿La amaba?

ginger | ˢ. ᵇˡᵃᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora