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Sirius se despertó con el ruido de una puerta cerrándose bruscamente. Miró a su lado y Ginger no estaba. Se levantó y se colocó el pantalón del pijama, sin nada debajo. Buscó en la cocina y el salón pero ella no estaba. Se detuvo frente al baño y la escuchó tosiendo.

Abrió la puerta preocupado y la vio frente al inodoro. Ella lo miró, se levantó y se lavó la boca. Salió del baño sin dirigirle la mirada y regresó al dormitorio.
Aquel gesto extrañó a Sirius.

¿Que le pasaba?, se preguntó.

La siguió hasta el dormitorio y la encontró sentada en la cama con el semblante serio y la cara blanca como la cal. Sirius empezó a alarmarse.

- Eh, nena, ¿que ocurre? - ella lo miró asustada.
- Sirius...yo...entenderé si no quieres...yo...- Sirius la agarró por los hombros, ya temiéndose lo peor.
- Tranquilízate y cuéntame que te ocurre - le preguntó.
- Tengo un retraso...creo...creo que estoy embarazada.

Lentamente, los ojos de Sirius se fueron abriendo de par en par, sus mejillas perdieron color y su piel perdió su tono moreno. En un abrir y cerrar de ojos, Sirius yacía desmayado en el suelo. Ginger lo miró atónita.

- ¿Sirius? ¿Estás bien? - Sirius no contestó.

Ginger buscó su varita y lo apuntó con ella.

- ¡Ennervate! - exclamó.

Sirius se levantó de un salto y la miró.

- Oh, cariño...He tenido un sueño bastante raro, donde tú me decías que estabas embarazada y...- Sirius se detuvo cuando vio como de sus ojos empezaban a caer lágrimas - No era un sueño, ¿verdad?

Ginger negó con la cabeza. Sirius golpeó la suya por ser tan idiota.

- Entenderé...si no quieres tenerlo...Podemos...podemos ir a San Mungo y...- Sirius la calló con un beso y la alzó en brazos.
- ¿Eres tonta? ¡Claro que quiero tenerlo! - exclamó feliz - ¡Es nuestro hijo! La pregunta es...¿estás preparada para tenerlo? Apenas vas a cumplir los dieciséis.
- Quiero tenerlo, aún no ha nacido y ya le amo - le respondió acariciándose el vientre, todavía plano.
- Entonces lo tendremos - Sirius se agachó y beso el vientre de la joven - Pero tenemos que asegurarnos, iras a San Mungo mañana, Dora te acompañará.






2 de Julio, 1996
Hospital de San Mungo.

A Ginger le sudaban las manos. Estaba en la sala de espera esperando impaciente el resultado de su prueba, estaba ansiosa por saber si estaba o no embarazada.

- ¿Ginger Potter? - escuchó llamar al medimago.
- Sí, estoy aquí - el hombre se acercó a ella y le entregó los análisis.
- Felicidades, esta usted embarazada - la felicitó el hombre.

Las piernas de Ginger se doblaron y estuvo a punto de caer al piso de no ser por que Dora y el medimago la sostuvieron antes de que impactara contra el duro suelo. Ginger dejó escapar unas lágrimas de felicidad.

- Estoy...embarazada - murmuró dirigiendo hacia Nymphadora.
- Él se pondrá muy feliz - Ginger la miró con sus ojos brillando de entusiasmo - Agarrate a mí, nos Apareceremos en la mansión.

Sirius se encontraba en el salón de su casa bebiendo un trago de vino junto a Remus, que no salía de su asombro.

- Repite eso, aún no me lo creo - pidió el hombre lobo por novena vez.
- Ginger cree que esta embarazada - repitió Sirius por décima vez.
- Ahora si que Molly te matará mientras duermes.

Sirius ignoró el comentario de su amigo.

- La he mandado a San Mungo con Dora - el rostro de Remus se tensó al oír el nombre de Tonks. Sirius se dio cuenta.

ginger | ˢ. ᵇˡᵃᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora