Capitulo 7

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Siempre me consideré a mi misma, una chica fuerte, capaz de superar los retos que la vida me colocaba, pero eso sólo era una imagen falsa qué veía todos los días para poder fingir qué soy ese tipo de persona. Sufriendo desde muy pequeña abusos que no pude evitar, siendo débil, frágil, demasiado buena con todos, sin poder negarme a alguien que necesitaría ayuda aunque me hayan pisoteado mil veces, aunque me hayan lastimado más con palabras que con golpes que se borrarían de mi cuerpo al pasar el tiempo; creí por un momento que había cambiado ese tipo de perspectiva, qué gracias a Hiro era una persona nueva, feliz, él fue mi luz cuándo creía que todo estaba oscuro. Me agradece antes de irse a dormir que lo haya revivido, salvarlo de su sufrimiento, que yo, una simple chica de 15 años lo haya visto en su pena, que lo apoyará y qué desafiara a esas leyes de la ciencia con tal de traerlo de vuelta al mundo de los vivos, pero siempre se lo negaba, él era quién me había salvado a mí. 

Los grandes héroes, los defensores de San Fransokyo, enfrentando cualquier peligro, cualquier enemigo, sin temerle a nada. Esos ideales que Hiro se mentalizaba eran admirables, envidiaba su capacidad de poder ver las cosas de otro ángulo, de no ahogarse en un vaso de agua, de seguir adelante a pesar de tus derrumbes, levantarte, caminar hacía el futuro y dejar el pasado atrás, yo no era lo suficientemente positiva como para hacerlo. Ahora él quería protegerme de todo, dejandome al cuidado de tía Cass o Baymax, siempre trataba de evitar qué fuera con ellos a algún tipo de misión o rescate, yo era la única que se quedaba en casa, viendo desde la televisión como eran unos héroes. Muchas veces le pedí a Hiro que me hiciera un traje, no importaba qué poderes tuviera, pero lo quería, quería ayudar, pero su lema era "Solo te quiero a salvo." arriesgando su vida por mí. 

GoGo y Honey, las heroínas del equipo, las qué siempre caminaban adelante y miraban todo bien, mientras yo tenía que ver desde atrás, a lo lejos, sin ningún crédito. Llena de inseguridades, de miedos, temores, debilidades qué parecían infinitas, tal vez lo de ser héroe no era lo mío, sino ser la inútil que siempre rescatan. La diferencia es qué de pequeña nadie me rescataba del malvado dragón qué me mantenía encerrada en una habitación de la maldita torre más alta, ahora lo tenía a él. Hiro Hamada, ¿dónde estaría yo de no ser por tí? Cerré mis ojos y me imaginé su rostro, me lo imaginé sonriéndome, con esa carita tan tierna qué el tenía, lo extrañaba, lo peor era qué tal vez no me encontraría, y si eso no pasaba, no podría advertirle el peligro que corría. 

Con mis manos y las piernas atadas, la boca vendada, no lograría hacer mucho. Abrí mis ojos y vi a las chicas en la misma situación que yo, sólo qué estaban situadas en un rincón. Una casa abandonada, pensé yo, era deplorable, madera mala, puertas oxidadas, olía a algo podrido, no podía identificar qué. En el piso estaban unos colchones, en medio de todo lo demás estaba una mesa, en buen estado, dónde habían puesto los teléfonos celulares de las 3. Gogo movío su cabeza de lado a lado hasta que por fin la venda de su boca se cayó. 

-¿Dónde estamos? -Dijo tratando de soltarse las sogas.- 

Honey y yo hicimos lo mismo que Gogo y pudimos quitarnos las vendas de la boca. En eso hablé. 

-Es una casa abandonada. -Me fijé en las heridas que ellas tenían en su cuerpo.- ¿Se encuentran bien? 

-Si, aunque tengo algunos cristales impregnados, pero nada grave. -Respondió Gogo.-

-¿Alguna idea de como salir de aquí? -Honey examinaba el lugar con su mirada.- 

-No, pero mi duda es ¿como acabamos aquí? 

-Eh. .  . 

-¿Sabes lo qué pasó? -Exclamó Honey.- 

-Si, y no. -Dije tratando de cambiar de tema.- 

Quédate Conmigo. (Segunda temporada de: Quiero que Regreses)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora