XVII

71 11 2
                                    


¿Y cuando todo esto me gire la mirada?
¿Quién estará para darme su hombro como almohada?

No le tenía miedo a la soledad, siempre estaba sola.
Le temía al olvido, eso era mucho peor.
Sabía que algun día,
de un momento a otro;
el olvido tocaría a mi puerta;
juzgando cada pisada,
y la llama que me enciende quedaría apagada.

Una parte de mí comenzaba a sentir como algunas personas me generaban cierto interés,
no soy tonta.
Eso solo significaba que debía alejarme,
¿O alejarlos?.

Comienza el juego.
Espera,
¿Cuándo salimos de él?

Diario de ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora