XXXI

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Descubrí que la verdadera libertad está en la delgada línea entre la puerta y la prisión. Ser libre es estar de pie en la línea que separa a la libertad de los límites, la locura de la razón. Aprendí que mi libertad no está en lastimar a los demás, en consumir el alma de prójimo sin percibir con empatía el dolor. Porque nadie puede atar a la libertad, esta corta de lado a lado. Apoderarme de los sueños de quienes me rodean, me daba la libertad de decidir qué haría con ellos. Y nunca se me ocurría nada bueno, lo admito. Pero el dolor que causé era libre para regresarme el favor. Tanto así que era un círculo de lastimados, una red de engaños y desesperación de almas vacías que imploran su salvación.

Quisiera ser libre pero no puedo hacerlo si te vas.

— Te columpiaré una vez, luego lo harás sola—

...eran las palabras que invadían mi mente, fue lo último que me dijiste antes de dejarme allí tirada en el piso bañada en lágrimas. Tus gritos retumban en mi cabeza cuando tengo miedo agudizando mis temores hasta que logran derrumbarme.

El peso de lo que hice me carcome...

Todas las oportunidades que me diste...

A nadie le gusta aceptar las verdades inadmisibles. Ni pagar por la condena, ni confesar el perdón.

El libre albedrío es un invento de los dioses, para ofrecerte condena o venderte perdón.La libertad no tiene fronteras. La fronteras las pones tú, al no aceptar la real consecuencia de la Libertad.

A nadie le gusta aceptar las verdades inadmisibles.

Ni pagar por la condena, ni confesar el perdón.


Diario de ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora