Mi hermano quería convertirme en una mejor persona.
—¿Qué hay de malo en como soy ahora?— Le decía con esa típica sonrisa niñeada que me acompañaba, mirando a sus ojos sin pestañear siquiera. Yo en realidad no sabía que estaba pasando.
¡Ja! Viendo a mi alrededor, preguntarme eso era tener demasiada autoestima, supongo.
Bueno... casi no sabía. La verdad, era más fácil aparentar no saber.
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— ¿No era tu novio el de las noticias?— me dijo.
— A lo que respondí diciendo — no, más bien es mi ex.
— Eres rápida... — susurró.
— Sí, lo soy — culminé volviendo la mirada hacia mi pequeño cuaderno.
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Pero sin embargo aún divago preguntándome ¿que pensaría el supuesto pueblo escogido por Dios si Hitler se hubiese hecho la misma pregunta.
Es curioso, ¿no crees?
Mi hermano solía hablarme de cómo debía ganarme la voluntad de las personas.
¿Y quién dice que no lo hago?
Vivimos en un mundo dominado por el interés.
Yo no soy diferente.De estúpida no tenía nada.
Lo admito, soy muy astuta.
Puedo jugar a mi favor.— ¿A caso no siempre lo haces? — me decía en su afán de confrontación.
Y no, la respuesta era no.
Sin saberlo, todo esto me estaba destruyendo, pero me gustaba.—¿Entonces no te amas a ti misma?— me interrogaba.
Y nunca lo había pensado hasta la primera vez que lo mencionó. Sí, lo ha dicho muchas veces, tantas que hasta me sé la conversación de memoria.
Así que mi respuesta sería lo más sincera
y fresca
que podía ser.Y sí, me amo a mi misma, quizás demasiado.
Tanto como para dejar que mis placeres me carcoman.Quizás me intereso demasiado en mí,
irónicamente.
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Diario de Elizabeth
Vampir¿Los vampiros existen? Ya sé lo que todos responderán; - ¡NO! -¿Pero están totalmente seguros? ¿Qué sentirías si te arrebatarán tus sueños, tus esperanzas...? Quizás sin darte cuenta ya te hayas topado con uno, el mal se oculta hasta casi desaparec...