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¿Qué te hice para que tú, que aún vives no puedas confiar en mí? 

—Ah, claro. Ser una perra mal intencionada. Ya lo recuerdo.

Ya es suficiente con mi inseguridad, no necesito que tú seas inseguro ahora.

Cuando lo dejé a él, créeme que no había en mí rastros de inseguridad. 

Estaba escrito el destino.

Te quería a ti. Eres lo único que me queda ¿crees que quiero perderte así nada más?

Entre cientos, te elegí a ti, eso debería ser suficiente.

Pero no, la vida me ha enseñado que nunca nada es suficiente; ni para ti, ni para nadie.

Podrías ver un te amo salir de mis manos por cada segundo que pasa y de igual manera solo tendrías en mente quien sabe...,

 mis labios en otros miles de labios, mis pupilas entrelazadas con las de alguien más.

¡Ja! Aunque, en ese tema estábamos a mano.

Cada te amo que pronuncias puede ser el vacío donde nuestra relación y mis lágrimas caen, sin importar su peso.

Sin aire; perfecto para morir o vivir eternamente en el vacío.

Morir no suena tan mal,

Cuando ya estás muerto por dentro y seguir vivo es tu mayor temor.

No temo por ti, la primavera siempre llega. 

Las flores crecerán hasta ahogar mi tumba. 

El verano las marchitará hasta hacerlas polvo, 

las brisas de otoño se llevarán la suciedad

 y finalmente en invierno podrás saber que mi alma nunca estuvo allí.

Nadie que haya estado vivo yació en aquel sepulcro.





Diario de ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora