Capítulo 48

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- No quiero sonar pedante, pero estoy ocupado. En realidad, no quiero verte - Jorge espeta con rudeza: - ¡Déjame en paz! - avienta la puerta principal de su departamento.

- Jorge - Silvia interpone sus manos: - No me cierres, por favor. No así.

- Silvia, mejor ya desaparece ¿No? - sus palabras retumban llenas de fastidio.

- No puedo - lo mira con impotencia: - Perdóname, no debí actuar como lo hice contigo, yo sí te amo - intenta tomarle el brazo.

- ¡Shhh! - la toma por los hombros sofocado: - ¡Cállate de una buena vez! esto ya me lo habías dicho, SIN EMBARGO, NO DEJASTE el romántico plan de viaje que tenías con TU AMANTE - rechina ronco y rabioso, saltándola con brusquedad contra el marco de la puerta: - Desde ese día, Silvia Navarro, le pusiste punto final al nosotros y todo lo que eso conllevaba.

Jorge la hace a un lado con un leve empujón y termina cerrándole con desdén, la puerta en sus narices. Ella se queda perpleja y cierra sus ojos con fuerza, recostando su frente a la fría madera... agotada de sentirse culpable y miserable. Abre los ojos con una sensación de nubla y decenas de lágrimas comienzan a llover pesadamente contra suelo. Pasa un poco de saliva por su garganta, en medio de sollozos, intentando aclarar su garganta, sin dejar de insistirle una y otra vez golpeándole la puerta.

- Perdóname, por favor - suplica tan frágil. Él acaricia la manija en el interior del departamento con una sensación de opresión en la boca de su estómago, sufriendo la agonía de querer abrirle y no hacerlo por orgullo.

- Vine por ti y no me iré tan rápido - le insiste. Él recuesta su espalda en la puerta, aún sin soltar la manija. Solo dejándose envolver por la voz de ella: - ¡Dame una oportunidad!

El silencio se abre paso, él no es capaz de perdonarla y ella ya agotó todas las súplicas existentes para intentar derretir a ese grueso témpano de resentimientos que la separan del hombre que ama.

- Déjame demostrarte lo mucho que te amo, Jorge - susurra acongojada a la puerta, como si le estuviera hablando al oído: - Por favor, créeme.

Jorge abre, con una mirada melancólica, clavándose en sus ojos color esmeralda. Dominado por ese gran amor reprimido que le tiene y lo carcome cada día más, tomándola de los brazos con la penuria de tocarla una vez más.

- ¿Por qué no te quedaste a mi lado? - cuestiona abrumado por la maldita sensación de incertidumbre en la que ha vivido estancado durante meses: - ¿Por qué al final te fuiste con él?

- No lo sé, no... no sé - murmura confusa, apenas logrando emitir con claridad su voz.

- ¿Es todo lo que responderás? - su voz profunda y grave contiene una aflicción disfrazada de austeridad, mientras sus manos comienzan a desvanecerse por los brazos de ella: - ¡MIERDA, CONTÉSTAME!

Ella vibra ante su potente exigencia.

- Es todo lo real que puedo decirte - susurra seducida por la mezcla de sus alientos.

- ¿A eso le llamas realidad? - atasca las manos en sus muñecas apretándolas descontrolado: - ¿Qué quieres? ¡TERMINA CON EL JUEGO, YA! - la arrima al marco de la puerta.

Sus corazones palpitan fuertemente y sus cuerpos ya sienten esos especiales corrientazos que solo se provocan mutuamente con sus roces... de esos cosquilleos que les adormilan las piernas por algunos segundos, antes de sentir que sus flujos sanguíneos los encienden recorriendo todo sus cuerpos.

¿Sabes cómo Amar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora