¿Sabes cómo Amar?

Capítulo 50

En portada *Faithfully - Journey*. Si gustan, pueden reproducirla más adelante.

Silvia aferra sus manos al marco de una ventana, mirando con lejanía cualquier punto de enfoque... su semblante demuestra que está tensa, incomoda o inclusive, asustada. Su mente no asimila bien la idea de que su padre esté manteniendo una relación amorosa, sin siquiera haber tenido la gentileza de contárselo.

- ¿Quién es ella? - susurra: - YA DIME QUIÉN - pierde la calma.

- Silvita, no me pongas en esta penosa situación - Rosario mantiene una mirada inquieta: - Mejor me llevaré tus cosas e iré a preparar tu habitación, por lo menos no han logrado inmiscuirse en ella, y mientras ve a buscar a tu padre al jardín, tienen mucho de que hablar.

Rosario abre la puerta del estudio, con todas las maletas y bolsos pertenecientes de Silvia en su poder... pero siente la intensidad de una mirada llena de incertidumbre a sus espaldas. Aún así, decide retirarse al no tener el deber de inmiscuirse en esos momentos familiares.

- ¿Acaso mi padre regreso con aquella mujer la cual engañó a mi madre? - reprocha: - ¿PAPÁ SE ATREVIÓ A TRAERLA?

Esto la hace detenerse en el marco de la entrada.

- ¡Oh, querida! esa mujer es parte del pasado, como lo es el matrimonio con tu madre - Silvia aprieta las manos en sus brazos cruzados: - Deberías ser más cautelosa al mencionar a esa susodicha, porque tu hermana podría escucharte y no querrás que se entere de la verdadera razón por la que tus padres se divorciaron y termine con un trauma ¿Cierto? - manipula fingiendo preocupación.

Rosario se hace a un lado, dejando pasar a la astuta Roberta, con la que no desea mediar en nada por simplemente considerarla una víbora. Silvia refleja en su semblante lo afectada que se encuentra, al revivir en su memoria los recuerdos del esfuerzo que hizo contra sus padres para evitar que su hermana de solo, diez años, ignorara la dolorosa realidad del divorcio de sus padres y es precisamente, lo que Roberta deseaba hacer, hundirle el dedo en la yaga.

- Voy a estar en tu habitación, Silv, con permiso - apostilla la humilde Rosario.

- ¿Por qué siempre tienes que tutear a mis sobrinas? - replica Roberta prepotente: - Qué mala costumbre ¡Corrígelo! - exige arrogante.

- ¿¡Tía, qué te sucede!? no la trates así. Mejor concéntrate en explicarme ¿Por qué soy la última en enterarse de que mi padre se va a casar? ¿Por qué no pretendían decírmelo?

- ¡Retírate! - espeta Roberta mirando con dureza a Rosario, quien no oculta una sonrisa de complacencia demostrando que no le intimida.

Las puertas del estudio se cierran, y allí quedan ellas, frente a frente. Roberta mantiene esa sonrisa de comercial dental, tan vacía y falsa... Silvia simplemente está desconcertada y no puede fingir una emoción que no siente.

- ¿Me dirás todo, cierto? - Silvia se fastidia ante tanto misterio.

- ¡Claro hermosa! - abre ligeramente sus brazos: - Pero antes ¿No me vas a saludar?

Silvia, por cortesía, se acerca y le da un breve abrazo.

- No me esperaba verte por aquí, apenas me enteré de tu llegada, quise verte - la mira a los ojos: - ¡Siéntate cariño!

- No, no puedo - replica ansiosa.

- Como gustes - Roberta sí toma asiento aristocráticamente: - Bien, hablemos de tu padre y mi futuro esposo.