Capítulo 31

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Cada lágrima que ve caer por las mejillas de su amada, escuchar cada lamento expresado en sollozos y aquella mirada distante que siente sobre él... son ardientes latigazos por todo su cuerpo. Ya no sabe qué más decir, ni qué hacer para evitar que ella no lo espere en el umbral de su departamento, indicándole el camino a la salida.

Silvia inspira hondo, siente mucho dolor consumiéndole el pecho... quiere gritar de la impotencia, está decepcionada... ni siquiera le puede sostener la mirada a los ojos, está odiando su presencia. Jorge detiene sus maletas detrás de sí.. las suelta, para poder tomar las mejillas de ella con desesperación, no quiere irse, no quiere alejarse... en susurros opacos logra que ella lo mire a los ojos: -"Juro que nunca quise lastimarte mi amor... nunca jugué contigo como afirmaste, debes creerme" - ella se quebranta, no lo puede evitar... y él también al sentir la frialdad con la que ella se zafa de sus caricias, demostrando que lo aborrece.

- ¡Lárgate! tu familia te espera, ya tu tiempo de recreación conmigo... SE ACABÓ.

Él no reacciona, su mente se pone en blanco... solo puede verla dándole la espalda, un nudo en su garganta se apodera de él y siente cómo su corazón se rompe... la perdió, todo se confabuló en su contra, para que ella pensara que es el hombre más dañino que ha pasado por su vida y no el que más la ama.

Silvia chasquea sus dedos prepotente, mientras seca sus lágrimas llena de rabia: - "¡QUE TE VAYAS DE MI CASA, DIJE! y olvídate que existo". - abatido, sale del departamento... intenta llamar al ascensor y se le dificulta, siente pesadez en sus brazos... mas bien en todo su cuerpo.

Mira a un lado y allí está ella, desde su departamento, observándolo vaciamente: -"Silv... amor".

- ¿Amor?... tú no conoces ese sentimiento, por lo menos no conmigo. Estoy segura que te reíste mucho al verme enamorándome de ti... cuando ya estabas creando otra familia, para luego botarme como un juguete usado. ¡Adiós!

Se abren las puertas del elevador, con aquél agudo sonido representativo, indicándole que ya puede utilizarlo... apenas entra, escucha una puerta estrellarse con furia y sin contenerse más, algunas lágrimas se le escapan, agitado no cesa de darle duros golpes a la pared metálica donde reposa su frente al desahogarse.

...

Jorge toma una bocanada de aire... está sudando frío, mira al techo, todo oscuro, inspira hondo buscando calmar su respiración acelerada... traga saliva, para humedecer su garganta y tantea a un lado con ansiedad, logra respirar con calma, allí está ella... serena y profundamente dormida abrazada a sus almohadas.

Mira la hora de su reloj, aún es de madrugada... poco a poco se gira para quedar frente a Silvia, lo primero que siente es una mezcla de alivio y encantamiento, con delicadeza mueve un mechón de cabello que cubre la mitad de su rostro... admirando sus finas facciones. Sonriendo nostálgico, acaricia suavemente su brazo descubierto hasta tocar la sábana que cubre su torso desnudo... siente una de sus piernas sobre la de él y es inevitable no recorrerla con deseo, su piel es tan suave y cálida... que lo transportan a otra dimensión, una donde desea mantenerla encerrada y poder disfrutarla a cada momento... no sabe si son pensamientos egoístas, pero está seguro que jamás la compartiría en ese lugar u otro.

Tan poco tiempo le dura el encanto, sus remordimientos ya están jugando con su mente, necesita aire, siente que puede estallar... nunca en su vida le había pesado tanto mentir, hasta que le tocó hacerlo frente a los ojos de Silvia... cansado de tanta presión, se levanta buscando su bóxer tirado a un lado de la cama y poder ir hasta el lavabo del baño para tirarse agua en el rostro.

No está funcionando, ya escucha en su cabeza... el recuerdo de una pasada conversación en pleno estacionamiento del foro de grabación.

«- ¡Ay ya!... Jorge, deja el misterio y dime ¿Qué es lo que no puedes ocultarme?

¿Sabes cómo Amar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora