Un témpano de hielo

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Capítulo XXI

(Diego)

Un témpano de hielo

Y déjame decirte que
no voy a abandonarte,
y juntos lucharemos
para que salgas adelante.

Dame la esperanza, Andy & Lucas

Salgo de la ducha y alcanzo esa toalla de un blanco impoluto e increíblemente suave. Me está encantando el hotel de Madrid, el Holiday Inn, en la calle Alcalá; no sé por qué no he venido nunca antes. Me ato la toalla a la cintura y salgo del baño hacia mi maleta. ¿Qué me puedo poner? Acabo decidiéndome por una camiseta negra y unos vaqueros anchos.

Una vez me he vestido, salgo en dirección a la habitación de Nora. No está muy lejos esta vez, así que en escasos segundos estoy llamando a su puerta, y luego tengo que volver a llamar más fuerte porque creo que está dormida. Al fin me abre, descalza, en chándal y con el pelo suelto despeinado.

—¿Qué haces, Nora?

—Echarme una siesta de dos horas —corrobora y yo entro en su habitación y cierro la puerta—. He entrado en fase de sueño profundo en cuanto he puesto la cabeza en la almohada.

Me giro hacia la televisión encendida y entonces lo comprendo todo.

—¿Cómo no vas a dormirte si pones los documentales?

—Creo que el problema no es ése, sino que llevamos tres semanas viajando de un país a otro y dando conciertos sin parar.

—Sí, puede que eso tenga algo que ver. —Sé que una gira es agotadora, yo también estoy cansado, pero ya está acabando—. Oye, Nora, te invito a merendar.

—¿A merendar? ¿Dónde?

—Al VIPS que hay aquí al lado.

—¿No tenías que estar esta noche en ese programa en directo?

—Sí, pero eso se graba en esta misma calle —le sonrío y ella ya no tiene más excusas.

Cuando salimos del hotel, batimos un record: en menos de veinte metros, una admiradora me pregunta si puede hacerse una foto conmigo, y otra después de dejarnos atrás se vuelve a mirarme para comprobar que soy yo. Al final, conseguimos llegar al VIPS. Una vez sentados al fondo del restaurante, la camarera viene a tomarnos nota.

—Dos batidos de chocolate, por favor —le pido.

Ella hace un gesto de asentimiento y se va por donde ha venido.

—¿Primero los bombones y ahora esto? —Nora enarca una ceja—. ¿Pretendes ablandarme con chocolate?

—Nora, esto es mucho más que eso: es uno de los mejores batidos de chocolate que puedas encontrar; así que, sí, espero mi recompensa, y sabes exactamente a lo que me refiero.

—¿De verdad has llegado a pensar que esto sería suficiente?

—Con Desirée habría funcionado.

—A Desirée le pierde el dulce.

—Todo el mundo tiene debilidades, Nora, sólo tengo que encontrar la tuya.

—¿Crees que lo conseguirás? Hasta ahora no has hecho más que dar palos de ciego.

—Mis esfuerzos son inútiles porque eres como un muro de acero: completamente impenetrable. —Veo en su expresión que ha captado mi juego de palabras, pero sé que no va a darme la satisfacción de comentarlo.

Si te enamoras, pierdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora