CAPÍTULO 13
(Diego)
Nadie dijo que hubiera normas
Han pasado cuatro días desde que a Desirée la atropelló aquel coche. No ha vuelto a tener ninguna crisis desde esa noche, ya no necesita más sangre de Mario, ni la mascarilla de oxígeno, y esta mañana la han trasladado a esta habitación. Mi hermano, Nora y yo estamos aquí con ella. Nora y Mario hablan sobre… algún libro coñazo que por casualidad los dos han leído, creo, pero no estoy seguro; no soy capaz de concentrarme en la conversación. Sólo miro a Desirée, y su bolso cerrado en el alfeizar de la ventana, el cual parece que nadie ha abierto desde el accidente. Estoy pensando que ella iba a la farmacia a por el test de embarazo. ¿Y si está en su bolso? ¿Llegaría a hacérselo? ¿Estaría embarazada? Y en ese caso, ¿habría perdido el niño? Joder, esto me desborda, esto es de esas cosas que no suelen ir conmigo, esas cosas que siempre les pasan a otros hasta que te ocurren a ti.
- ¿Os apetece bajar a tomar un café? – Inquiere Mario sacándome de mis pensamientos.
- Sí, por favor. – Suspira Nora.
- No, gracias. – Digo yo sin dudar. De hecho, estoy deseando quedarme solo, o relativamente solo.
- De acuerdo. – Mario se encoje de hombros y mira a Nora. – No tardaremos.
Mi hermano rodea con el brazo la cintura de Nora, y en pocos segundos han desaparecido de la habitación.
Inmediatamente, vuelvo la vista hacia el imponente bolso negro. Miro un segundo hacia la puerta, inseguro. Luego la contemplo a ella: parece dormida, respira tranquila. Despacio me acerco a la ventana, a su bolso. Sin querer pensarlo demasiado, abro la cremallera. Lo primero que veo es la bolsita de plástico de la farmacia, blanca y con una cruz verde. La saco del bolso, y tengo que admitir que estoy empezando a ponerme muy nervioso. En la bolsa está la caja que contiene ese cacharro del demonio. Sin más, la abro y lo saco. Lo examino extrañado. Creí que tendría que descifrar si soy padre o no pero, por suerte o por desgracia, descubro que Desirée no se ha hecho la prueba. Por alguna razón, suelto todo el aire de mis pulmones en un suspiro de alivio, aunque en realidad esto no es algo que deba aliviarme; quizá todo lo contrario.
Antes de que entre alguien y me vea con esto en la mano, lo devuelvo a la caja, la caja a la bolsa y lo meto todo de nuevo en el bolso, cuya cremallera cierro como si ese chisme pudiera escaparse. No me ha dado ninguna información, aunque tampoco estoy seguro de querer saberlo.
En ese momento, una enfermera de mediana edad entra en la habitación. Me mira y me saluda con un tímido “hola”, al que le respondo con una sonrisa. Me apoyo en la pared y la observo mientras revisa goteros y vías, mientras comprueba las máquinas que ayudan a Desirée a realizar sus funciones vitales manteniéndola con vida. Quizá esta mujer pueda decirme si soy padre. Si tuviera valor, ahora mismo debería preguntarle…
- Perdone. – Le digo, sin darme tiempo a acobardarme, y levanta la vista hacia mí. - ¿Usted podría…? ¿Usted sabría decirme si Desirée está embarazada? – Y consigo que abra los ojos de par en par.
- ¿Podría estarlo?
- Me dijo que tenía un retraso.
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Si te enamoras, pierdes
Teen FictionMe incliné hacia el edredón que había quedado a los pies de mi cama, me tapé hasta el cuello y me quedé ahí sentada. Pronto empecé a llorar. "Tengo que librarme de él, pero,¿cómo?" "Le quiero". "Debería contárselo a alguien". "¿Cómo puedo ser tan es...