Trata de impedírmelo

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CAPÍTULO 14

Trata de impedírmelo

Cierro el botecito de brillo de labios y lo devuelvo a mi neceser. Al fin estoy lista. Le dedico una sonrisa a mi reflejo, que me la devuelve al instante, pero enseguida puedo ver cómo se desvanece. Tampoco he conseguido librarme de ese recuerdo.

Aquel sábado por la noche, en el baño de mi antigua casa, me estaba maquillando como hoy. Di un paso hacia atrás para contemplar mejor mi imagen en el espejo. Estaba perfecta, pero aún me faltaba un toque de glossen los labios. Lo busqué en mi neceser y, cuando estaba a punto de aplicármelo, alguien llamó a la puerta. Recuerdo que se me paralizó todo el cuerpo; quizá porque no esperaba a nadie a esa hora, o quizá por esa forma tan peculiar de llamar.

Salí del baño y fui hasta la puerta principal. Eché un vistazo a través de la mirilla. Sí, era Sergio. Estaba tan guapo como siempre, con una camiseta oscura y el pelo revuelto. Aun así, por una fracción de segundo pensé en fingir que no había nadie en casa, pero para entonces ya estaba abriendo la puerta.

- Hola, Sergio.

- Hola. – Me dio un rápido beso en los labios. - ¿Estás sola?

- Sí. – Respondí asintiendo suavemente con la cabeza. – Pasa.

Me encaminé de vuelta al baño. Sergio cerró la puerta y sentí su mirada en mi espalda, fijándose en el estupendo vestido verde que yo llevaba puesto, o en los perfectos tirabuzones que había conseguido hacerme con la plancha del pelo. De nuevo en el baño, procedí al fin a darles a mis labios el toque de gloss que necesitaban. Sergio me observaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados.

- ¿Vas a alguna parte? – Hizo la pregunta obvia.

- Sí. – Confesé mientras guardaba de nuevo el gloss. – He quedado con unas amigas.

- ¿Dónde vais a ir?

- Por el centro.

- ¿Lo saben tus padres?

- No están aquí. – Suspiré, cansándome del interrogatorio. – Unos amigos les han invitado a pasar el fin de semana en la sierra.

- No me lo habías dicho.

- Lo sé. Yo… lo olvidé.

- O es que prefieres a tus amigas antes que a mí. – Su mirada encontró la mía en el espejo, y yo sólo fui capaz de negar débilmente con la cabeza. – Podríamos haberlo pasado muy bien juntos todo el fin de semana sin tus padres.

Noté que empezaba a ponerse tenso, preví lo que iba a pasar y ya no supe cómo evitarlo. Tragué saliva intentando mantener la calma.

- Sergio, tengo que irme. – Me limité a decir, y di un paso hacia él esperando que me dejara salir.

Si te enamoras, pierdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora